La Organización Meteorológica Mundial (OMM) emitió una alarma urgente el miércoles al revelar que los gases de efecto invernadero, responsables de atrapar calor en la atmósfera, han alcanzado niveles sin precedentes en 2022. Según el último informe de la agencia de la ONU, la concentración mundial promedio de dióxido de carbono (CO2) ha superado en un 50% los niveles preindustriales.
Este año, las concentraciones de CO2 continúan su ascenso sin indicios de que esta preocupante tendencia pueda ser revertida. El informe también pone de manifiesto un crecimiento en las concentraciones de metano, y destaca que los niveles de óxido nitroso (N2O) han experimentado el mayor aumento interanual registrado entre 2021 y 2022. Estos hallazgos subrayan la urgencia de abordar la crisis climática y resaltan la necesidad de medidas efectivas para frenar el deterioro ambiental a nivel global.
Ante esta preocupante situación, el secretario general de la agencia, Petteri Taalas, lamentó que pese a décadas de estudios y advertencias de la comunidad científica, el mundo siga en la dirección equivocada: “El nivel actual de concentraciones de gases de efecto invernadero nos coloca en el camino de un aumento de las temperaturas muy por encima de los objetivos del Acuerdo de París para finales de este siglo”, advirtió Taalas, recordando que eso implicará condiciones climáticas más extremas, que incluirán lluvias diluviales, derretimiento del hielo, aumento del nivel del mar, calor.
La creciente inquietud sobre el cambio climático alcanza nuevas alturas, respaldada por un estudio que revela una realidad ineludible. Este análisis, enfocado en la duradera presencia del dióxido de carbono (CO2), advierte que, incluso si las emisiones se reducen a cero rápidamente, el nivel de temperatura actual persistirá durante décadas. Expertos subrayan que la Tierra no ha experimentado una concentración similar de CO2 desde hace tres a cinco millones de años, cuando las temperaturas eran 2 a 3°C más cálidas y el nivel del mar hasta 20 metros más alto.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) destaca los alarmantes hallazgos del Índice Anual de Gases de Efecto Invernadero de la Oficina Estadounidense de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA). De 1990 a 2022, el forzamiento radiativo, que impulsa el calentamiento climático, aumentó en un 49%, siendo el CO2 responsable del 78% de este incremento. Este gas de efecto invernadero, originado principalmente por la quema de combustibles fósiles y la producción de cemento, constituye aproximadamente el 64% del efecto de calentamiento.
El informe señala que, aunque el aumento en el promedio anual de 2021 a 2022 fue ligeramente menor que en años anteriores, existe una causa probable: la mayor absorción de CO2 por parte de ecosistemas terrestres y oceánicos, vinculada a eventos de La Niña. Sin embargo, la posibilidad de un episodio de El Niño en 2023 podría alterar significativamente las concentraciones de gases de efecto invernadero, marcando un giro crítico en la narrativa climática global.
Finalmente En lo que respecta al metano, el informe destaca su papel como gas de efecto invernadero, persistiendo en la atmósfera durante aproximadamente una década y contribuyendo con alrededor del 16% al efecto de calentamiento de los gases de efecto invernadero de larga vida. Un 40% del metano se libera de manera natural, mientras que casi el 60% proviene de actividades humanas. Aunque el aumento del metano de 2021 a 2022 fue ligeramente inferior al récord registrado de 2020 a 2021, sigue siendo considerablemente superior a la tasa de crecimiento anual promedio de la última década.
En cuanto al óxido nitroso (NO2), este gas de efecto invernadero y agente agotador de la capa de ozono representa aproximadamente el 7% del forzamiento radiactivo de los gases de efecto invernadero de larga vida. Las emisiones de N2O provienen en un 60% de fuentes naturales y en un 40% de fuentes antropogénicas. En este caso, el aumento observado de 2021 a 2022 supera cualquier incremento registrado en los archivos modernos, subrayando la urgencia de abordar las fuentes de emisión y la necesidad de estrategias efectivas para mitigar los impactos climáticos asociados.