Europa enfrente una crisis medioambiental severa. Si bien se ha fijado unos ambiciosos objetivos políticos para permitir que la naturaleza se recupere y florezca, aumentando los beneficios para la sociedad de un mundo natural sano, lo cierto es que los esfuerzos son aún insuficientes.
La pérdida de biodiversidad continúa en aumento en la Unión Europea

La biodiversidad en Europa sigue disminuyendo, pero los bosques, los mamíferos y las aves, que se están beneficiando de las medidas de conservación, están teniendo recientemente una evolución positiva. A pesar de que el daño medioambiental es grande, un informe recientemente publicado por la Agencia Europea del Medioambiente muestra que ya se están comenzando a ver algunos resultados positivos, aunque aún insuficientes. Los expertos advierten que, en la actualidad, las iniciativas de conservación para más de 2 000 especies están al amparo la legislación de la UE, como las Directivas de aves y hábitats. El elemento central de estas Directivas es la red Natura 2000 de espacios protegidos de la UE, la mayor de su clase en el mundo. Constituye el 18 % de la superficie terrestre de la UE y el 8 % de su territorio marino.

El documento explica que algunas de las especies y hábitats más valiosos y amenazados de Europa están protegidos por Natura 2000. Los espacios protegidos incluyen áreas de reproducción y descanso para especies raras y amenazadas, mientras que algunos hábitats raros se designan espacios protegidos en sí mismos. Además, la estrategia prevé la plantación de al menos 3 000 millones de árboles de aquí a 2030 para apoyar la biodiversidad y la restauración de los ecosistemas.

Una de las medidas implementadas por la UE es el desarrollo de la Red Transeuropea de Espacios Naturales mediante la ampliación de las zonas protegidas para alcanzar el objetivo del 30 % forma parte de la estrategia sobre la biodiversidad. Muchos espacios protegidos de Natura 2000 ya están conectados por paisajes naturales y seminaturales que prestan servicios ecosistémicos, como la polinización, la fertilidad del suelo, el control de las inundaciones y el ocio, y son esenciales para mitigar el cambio climático y el riesgo de catástrofes. La Red Esmeralda de Zonas de Especial Interés, a la que la UE contribuye a través de Natura 2000, también apoya los mismos esfuerzos.

Sin embargo, el documento cuestiona que barreras como las carreteras, las vías férreas, las zonas urbanas y los terrenos agrícolas fragmentan el paisaje están limitando el movimiento de las especies y dificultando el desarrollo de la red. Aumentar la conectividad de la red ayuda a garantizar la mejora de las condiciones del hábitat, a prevenir el declive de la biodiversidad y a potenciar la prestación de los servicios ecosistémicos. Además, el informe denuncia a que las barreras obstaculizan la salud de las masas de agua de Europa. Hay más de un millón de barreras en los ríos europeos, entre ellas presas, compuertas y esclusas. La mayoría son pequeñas y están obsoletas. Contribuyen en gran medida al mal estado de la naturaleza en nuestros ríos, ya que muchas especies necesitan que los ríos sean de libre circulación para prosperar y, actualmente, se impide el movimiento de los sedimentos aguas abajo, lo cual provoca obstrucciones y altera los hábitats.

Mientras que las soluciones anteriores requieren procesos de gestión intensiva para restaurar la naturaleza, la renaturalización es un enfoque más novedoso y natural. Cuando se identifican espacios en los que se fomentan los procesos naturales, se permite que la naturaleza sane para que pueda volver a gestionarse por sí misma. Iniciativas como Rewilding Europe (Renaturalizar Europa) trabajan para aumentar la biodiversidad de Europa de esta manera. Cabe destacar que, en el territorio europeo, en la actualidad existen ocho grandes áreas de renaturalización en Alemania, Bulgaria, Croacia, Italia, Polonia, Portugal, Rumanía y Suecia. En ellas se llevan a cabo diversos proyectos de renaturalización, como el restablecimiento de poblaciones de bisontes europeos en libertad en los Cárpatos meridionales de Rumanía y la protección de los buitres negros y leonados en los montes Ródope de Bulgaria.

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