En los últimos años hemos sido testigos de la gran transformación a la que se enfrenta el sistema financiero mediante una serie de cambios que comenzaron hace quizás una década y que continúan avanzando a un ritmo inesperado. De un lado, en un intento de conseguir aumentar la confianza de la ciudadanía, que, de manera especial tras la crisis de 2008, cambió significativamente su visión sobre los mercados e intermediarios financieros; de otro, los efectos de la pandemia que, entre otras cosas, implicaron fusiones y el cierre de numerosas oficinas, unido a su enorme digitalización. Todo esto, está provocando una profunda exclusión financiera, que afecta de manera especialmente hostil a las áreas rurales y a colectivos vulnerables, bien por no tener acceso a las tecnologías de la información y comunicación (TIC), bien por no contar con los conocimientos y habilidades necesarias para su manejo. Y en medio de este ir y venir de intentos del sector por gozar de una mejor reputación a la vez que se excluye del sistema a los más vulnerables, aparece el que podría ser el nuevo paradigma de la inversión, al amparo de la bandera de la sostenibilidad: las finanzas sostenibles.
Economistas sin Fronteras (EsF) es una Organización No Gubernamental de Desarrollo (ONGD), fundada en 1997 en el ámbito universitario, que actualmente integra a personas interesadas en construir una economía justa, solidaria, sostenible y feminista, con una orientación prioritaria en la erradicación de la pobreza y las desigualdades. Recientemente, han publicado su último dossier en el cual desarrollan con gran profundidad a lo largo de una serie de artículos, temas de actualidad vinculados la mundo e la sostenibilidad y las finanzas.
Durante las dos últimas décadas se han intensificado los debates y las iniciativas internacionales para avanzar en la integración de las consideraciones de sostenibilidad medioambientales, sociales y de gobernanza en los modelos económicos y empresariales y en las decisiones de inversión y financiación. Los objetivos climáticos marcados en el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 20301 han servido de referencia para el lanzamiento de estas iniciativas. En este escenario, las finanzas sostenibles han comenzado a ocupar un lugar protagónico. Uno de los grandes interrogantes que surge entonces es ¿cómo medir su impacto? En el segundo artículo del dossier Pablo Esteban-Sánchez, miembro del Grupo de investigación UNED FINRES, desarrolla que, a pesar del crecimiento del mercado en torno a la inversión de impacto, aún existen importantes retos para la medición y para asegurar el acceso a una información relevante y comparable que sirva para gestionar el impacto y tomar decisiones de financiación e inversión.
Asimismo, el autor identifica los principales retos para la medición y gestión de estos impactos, destacando, entre otros, su naturaleza multidimensional; las dificultades para establecer modelos lógicos causa-efecto; el mayor horizonte temporal; las dificultades para la atribución del impacto; la diversidad de marcos conceptuales, herramientas y propuestas de indicadores para la medición del impacto; el alcance limitado de la normativa en materia de reporte y verificación; la complejidad y falta de capacitación y recursos para sistematizar la medición; y la incertidumbre respecto a la diligencia debida en materia de transparencia y reporte de información de sostenibilidad y medición de impacto.
Esteban Sánchez explica que la gestión y gobernanza del proceso de generación del impacto con el fin de maximizarlo u optimizarlo en relación a sus costes y la toma de decisiones de inversión y financiación no es fácil y requiere de información de calidad y datos comparables y airma: “Existe hoy en día un importante déficit a cubrir para asegurar el acceso a este tipo información que permitiría mitigar el riesgo de green y social washing, que se hace mayor a medida que crece el mercado de la Inversión Socialmente Responsable tradicional (ISR) y la Inversión de Impacto (IM).” En esta línea, el autor identifica algunos de los principales retos para la medición del impacto medioambiental y social, a saber:
1. La naturaleza multidimensional del impacto y la diversidad de enfoques a la hora de definir qué se debe medir. La doble materialidad del impacto
El experto analiza que la medición y gestión del impacto (MGI) es de por sí compleja, ya que responde a una naturaleza multidimensional económica, social, medioambiental y de gobernanza; involucrando a muchos grupos de interés con distintas necesidades de información para tomar sus decisiones de intervención, gestión, verificación, financiación o inversión de impacto.
2. Las dificultades para establecer modelos lógicos causa-efecto para medir el impacto (Modelo de la Teoría del cambio)
Sobre este punto, el artículo afirma que la MGI requiere de un modelo que explique cómo y porqué de la gestión y desarrollo de una serie de intervenciones, actividades o proyectos se derivan unos impactos positivos sociales y medioambientales. Ese modelo debería estar alineado con los principios y propósitos de la entidad interviniente y del inversor de impacto, lo que no resulta sencillo, ya que en dichos impactos intervienen grupos de interés, beneficiarios y entidades diversas e interrelacionadas. Esta falta de conocimiento a la hora de ligar el impacto a una intervención en concreto genera una incertidumbre en el desempeño social en términos de impacto y hace difícil además construir un «business case» que compagine el impacto social con un rentabilidad financiera o sostenibilidad económica.
3. Mayor horizonte temporal y falta de control para la consecución del impacto
Otro de los elementos que aportan complejidad a los modelos de MGI es la falta de control sobre las actividades y condiciones necesarias para producir un impacto positivo en el largo plazo (Ebrahim, 2019). Los diversos y múltiples actores que intervienen en un proyecto de impacto social muchas veces no están coordinados o se escapan del control de la entidad que quiere medir el impacto.
4. Diversidad de marcos de referencia, herramientas y propuestas de indicadores para la medición del impacto
El autor avanza en su análisis y concluye que las dificultades ya referidas y la diversidad de grupos de interés que necesitan información de diferente índole para la toma de sus decisiones han propiciado distintos marcos conceptuales, guías, modelos de reporte, herramientas y propuestas de indicadores. Ello conlleva importantes desafíos para la transparencia y comparabilidad de las mediciones.
Finalmente, el artículo arriba a la conclusión de que, en torno a la necesaria medición del impacto existen aún importantes retos para asegurar el acceso a una información relevante, de calidad, verificable y comparable que sirva para gestionar el impacto y tomar decisiones de financiación e inversión. Por lo tanto, Pablo Esteban-Sánchez advierte que será clave avanzar en los siguientes aspectos: