El cambio climático continúa avanzando y, pese a los esfuerzos, sus efectos son cada vez más notables. La Organización Meteorológica Mundial advirtió que, durante la tercera semana de marzo, las estaciones científicas de la Antártida Oriental registraron temperaturas sin precedentes de hasta 40ºC por encima de la media del mes. La estación de investigación italo-francesa Dome Concordia, situada también en el altiplano, registró la temperatura más alta de su historia en cualquier mes, unos 40° por encima de la media de marzo.
Sólo un día antes, las estaciones meteorológicas habían registrado lluvias en las zonas costeras situadas a mayor altura, e incluso temperaturas muy por encima de los 0°. Los expertos añadieron que, si bien las cálidas temperaturas en el domo Concordia causan entusiasmo a los climatólogos, "las lluvias en la costa en marzo son motivo de preocupación para todos".
Según la agencia de la ONU, el calor y la humedad se debieron principalmente a lo que se conoce como río atmosférico, una estrecha banda de humedad concentrada en la atmósfera y procedente de los océanos cálidos. Los hechos se produjeron justo después de que el hielo del mar Antártico alcanzara su extensión mínima tras el deshielo del verano, y cayera por debajo de los dos millones de kilómetros cuadrados por primera vez desde que comenzaron los registros satelitales del Centro de Datos Nacional sobre Nieve y Hielo de Estados Unidos en 1979. La Península Antártica (el extremo noroccidental cercano a Sudamérica) se encuentra entre las regiones de más rápido calentamiento del planeta, con un aumento de casi 3° en los últimos 50 años. En cambio, la lejana Antártida Oriental se ha visto hasta ahora menos afectada.
Sin dudas se trata de una importante señal de alarma. Justo antes del inicio de la ola de calor, la plataforma de hielo Conger situada en la Antártida Oriental -una superficie flotante del tamaño de Roma o Nueva York- se desprendió del continente el 15 de marzo de 2022. Los satélites captaron su desplome que ocupó los titulares de todo el mundo. La OMM explica que es demasiado pronto para decir qué desencadenó el hundimiento, pero que parece poco probable que se deba al deshielo en la superficie. Sin embargo, aunque su tamaño es relativamente pequeño y es poco probable que tenga relevancia mundial, el desplome de la plataforma de hielo se considera como "otra señal de alarma".
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, desde 1990 las dos principales plataformas de hielo -Groenlandia y la Antártida- han estado perdiendo superficie. La mayor pérdida se aceleró entre los años 2010 y 2019 y se prevé que sigan perdiéndola. Como consecuencia del deshielo de las capas de hielo y los glaciares, la Organización advierte que el ritmo de la subida del nivel del mar en el mundo ha aumentado desde que comenzaron las mediciones por satélite en 1993, alcanzando un récord en 2021.
La capa de hielo de la Antártida tiene un grosor máximo de 4,8 km y almacena el 90% del agua dulce del mundo, una cantidad suficiente para elevar el nivel del mar en unos 60 metros si se derritiera. Mike Sparrow, director del Programa Mundial de Investigaciones Climáticas copatrocinado por la Organización Meteorológica Mundial concluyó que: " Sin embargo, las recientes temperaturas extremas y el colapso de las plataformas de hielo nos recuerdan que no debemos dar por hecho que la Antártida está protegida. Entender y vigilar adecuadamente el continente es, por tanto, crucial para el bienestar futuro de la sociedad".