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Como cada año, esta semana se publicó La 17ª edición del Informe sobre Riesgos Globales (The Global Risks Report) elaborado por el Foro Económico Mundial. Este reporte hace un seguimiento a través de entrevistas y encuestas de las percepciones de los riesgos globales de los expertos; los líderes políticos; empresarios; los gobiernos y la sociedad civil en su conjunto. El documento examina en profundidad los riesgos y los clasifica en cinco categorías: económicos; medioambientales; geopolíticos; sociales y tecnológicos. La presente edición del estudio se ha centrado en identificar con detalle las tensiones que se derivarán de una recuperación divergente post pandémica.
Restablecer la cohesión social e impulsar el empleo, los desafíos globales del 2022

El documento examina los riesgos en cinco categorías: económicos, medioambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos. Cada año, el informe también explora los riesgos clave para profundizar durante el año.  La 17ª edición de este estudio se ha centrado en identificar con detalle las tensiones que se derivarán de una recuperación divergente post pandémica. Tanto los países que se recuperan rápidamente como los que lo hacen lentamente tendrán que sortear las brechas económicas y sociales para restablecer la cohesión social, impulsar el empleo y prosperar.

Los expertos advierten que los impactos que aún sigue teniendo la pandemia están impidiendo la visibilidad de los nuevos retos, como el desorden de la transición climática, el aumento de las vulnerabilidades cibernéticas, las mayores barreras a la movilidad internacional y la aglomeración en las ciudades. Las divisiones mundiales corren el riesgo de profundizarse en un momento en el que las sociedades y la comunidad internacional necesitan colaborar urgentemente para frenar la COVID-19.

En el Informe de Riesgos Globales 2022 se analizan los resultados de la última Encuesta de Percepción de Riesgos Globales (GRPS) en el contexto de las perspectivas mundiales actuales, seguido de un análisis de las crecientes divergencias en las áreas de transición climática, ciberseguridad, movilidad y espacio exterior. Se examinan las tensiones derivadas de estas divergencias, los efectos indirectos, las consecuencias para las partes interesadas y las perturbaciones que podrían surgir.

Vinculado a la pandemia de coronavirus, las y los encuestados señalaron que los riesgos sociales y medioambientales son los que más han empeorado desde el comienzo de la pandemia, y que la "erosión de la cohesión social" y las "crisis de los medios de subsistencia" ocupan los primeros puestos. Otros riesgos que han empeorado significativamente son las crisis de la deuda, los fallos de ciberseguridad, la desigualdad digital y la reacción contra la ciencia. Los encuestados han vuelto a señalar que los riesgos medioambientales son los que más daño pueden causar a las personas y al planeta, seguidos de los retos sociales.

Sobre las perspectivas en mediano y largo plazo, sólo el 11% de los encuestados cree que el mundo se caracterizará por una recuperación global acelerada hacia 2024, mientras que el 89% percibe que las perspectivas a corto plazo son volátiles o cada vez más catastróficas. Asimismo, el 84% de los encuestados expresaron sentimientos negativos sobre el futuro, es decir, estaban "preocupados" o "inquietos". Los expertos concluyen que el pesimismo generalizado podría crear un ciclo de desilusión que dificulte aún más el impulso de la acción.

Por su parte, la "erosión de la cohesión social", las "crisis de los medios de subsistencia" y el "deterioro de la salud mental" son tres de los cinco riesgos que se consideran más preocupantes para el mundo en los próximos dos años. Este deterioro de la sociedad agrava los retos de la elaboración de políticas nacionales, limitando el capital político, la atención de los líderes y el apoyo público necesarios para reforzar la cooperación internacional en los desafíos globales. Sin embargo, la salud del planeta sigue siendo una preocupación constante.  

Otra de las conclusiones muestra que el reto más grave que persiste de la pandemia es el estancamiento económico. El documento señala que las perspectivas macroeconómicas siguen siendo débiles, y se espera que la economía mundial sea un 2,3% más pequeña en 2024 de lo que habría sido sin la pandemia. Los precios de las materias primas, la inflación y la deuda están aumentando tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo. La pandemia y sus consecuencias económicas siguen ahogando la capacidad de los países para controlar el virus y facilitar una recuperación sostenible. Junto con los desequilibrios del mercado laboral, las políticas proteccionistas y el aumento de las disparidades en materia de educación y competencias, las consecuencias económicas de la pandemia corren el riesgo de dividir el mundo en trayectorias divergentes.

Además, el documento afirma es que la creciente dependencia de los sistemas digitales -intensificada por la respuesta aCOVID-19- ha alterado fundamentalmente las sociedades. Al mismo tiempo, las amenazas a la ciberseguridad crecen y superan la capacidad de las sociedades para prevenirlas o responder a ellas con eficacia. Los ataques a las infraestructuras críticas, la desinformación, el fraude y la seguridad digital afectarán a la confianza pública en los sistemas digitales y aumentarán los costes para todas las partes interesadas. A medida que los ataques se vuelvan más graves y tengan un impacto más amplio, las tensiones ya agudas entre los gobiernos afectados por la ciberdelincuencia y los gobiernos cómplices en su comisión aumentarán a medida que la ciberseguridad se convierta en otra cuña para la divergencia, en lugar de la cooperación, entre los estados nacionales.

Por último, el informe de riesgos globales advierte que, aunque el ser humano lleva décadas explorando el espacio exterior, en los últimos años se ha producido un aumento de la actividad privada y pública, lo que ha creado nuevas oportunidades y ha puesto de manifiesto que el espacio exterior es un nuevo ámbito de riesgo. La consecuencia más inmediata del aumento de la actividad espacial es un mayor riesgo de colisión entre las infraestructuras cercanas a la Tierra y los objetos espaciales, lo que podría afectar a las órbitas de las que dependen los sistemas clave en la Tierra, dañar valiosos equipos espaciales o desencadenar tensiones internacionales en un ámbito con pocas estructuras de gobierno. Por último, la creciente militarización del espacio también supone un riesgo de escalada de las tensiones geopolíticas, sobre todo si las potencias espaciales no colaboran en la elaboración de nuevas normas para gobernar el ámbito.

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