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Alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y restringir el aumento de las temperaturas medias mundiales por debajo de los 2 °C no será tarea fácil. Sin embargo, existen múltiples estrategias que pueden contribuir en gran medida para que ser neutrales climáticamente deje de ser una utopía para ser una realidad. Un informe publicado por la consultora McKinsey explica que las herramientas de alineación de carteras ayudarían a las instituciones financieras a trazar estrategias climáticas más sólidas, realistas y rentables desde el punto de vista científico. La investigación concluye que el desafío es grande pero no imposible y que solo a través del compromiso, y no de la desinversión, podemos garantizar la transición a un futuro de 1,5 °C.
Alinear las carteras con objetivos climáticos: Un nuevo enfoque para las instituciones financieras

Detener la emergencia climática no sólo requiere del esfuerzo y la voluntad de implementar políticas y programas que apunten a ello, sino que también será necesario un gran financiamiento para efectivamente lograrlo. Para evitar que la temperatura media mundial aumente más de 2 °C de aquí a esa fecha, tendremos que limitar las emisiones acumuladas de carbono en el camino hacia el cero neto. Esto exigen reducciones sustanciales de los niveles de emisiones a corto plazo. En síntesis, para alcanzar el objetivo de 1,5°C, el mundo debe reducir los niveles actuales de emisiones en dos tercios en el transcurso de la próxima década.

Un informe recientemente publicado por la consultora McKinsey explica que esta gran transformación sólo será posible si sustituimos, a escala, la base de activos productivos de la economía mundial por tecnologías no emisivas. En este desafío, afirma la investigación, será necesario que las instituciones financieras comprenden que las necesidades de capital para esta empresa histórica son enormes. El éxito de la transición hacia una sociedad neta cero depende de la capacidad de mantener el flujo de capital hacia las industrias emisoras dedicadas a actividades de descarbonización, al tiempo que se redirige la financiación lejos de las actividades que no apoyan la ambición de 1,5°C.

No será tarea fácil, pero tampoco será imposible. El sector financiero necesita, por tanto, herramientas y métricas apropiadas para establecer objetivos climáticos y medir el progreso respecto a ellos. En colaboración con las principales instituciones financieras, McKinsey se unió al Equipo de Alineación de Carteras, creado por Mark Carney en su calidad de enviado especial de la ONU para el clima y las finanzas y desarrollaron un informe para contribuir a esta trasformación.  El documento sostiene como premisa general que solo a través del compromiso, y no de la desinversión, podemos garantizar la transición a un futuro de 1,5 °C.

La investigación asevera que, actualmente, la herramienta más utilizada para medir el impacto climático en el sector financiero mundial es el cálculo de las emisiones financiadas. El concepto de emisiones financiadas es bastante sencillo: comienza cuando una institución financiera invierte, presta o asegura a una empresa, luego esa empresa pasa a producir emisiones y la institución financiera contabiliza entonces una fracción proporcional de las emisiones de esa empresa en su propia huella de carbono. El impacto climático de una institución financiera puede medirse como la suma de las emisiones que financia en todas las empresas de su cartera de préstamos, inversiones o seguros.

Los expertos afirman los cálculos de las emisiones financiadas son una herramienta importante y útil. La mayor parte de los compromisos climáticos asumidos por las instituciones financieras se hacen en términos de emisiones financiadas. La mayoría de las infraestructuras de gestión y análisis de datos climáticos producen estas métricas. Sin embargo, el uso de las emisiones financiadas plantea tres retos relacionados con el desarrollo de estrategias climáticas eficaces. En primer lugar, al calcular las emisiones financiadas, las instituciones pueden saber dónde están ahora, pero no dónde tienen que ir. El segundo reto es la complejidad de determinar el carbono a nivel de cartera. Por último, el tercer reto para el enfoque de las emisiones financiadas es que esta métrica disuadiría a las instituciones financieras de financiar la descarbonización y la retirada responsable de los activos emisores existentes.  

Ante estos retos, como respuesta, el informe propone algunas herramientas de alineación de la cartera. En este sentido, el equipo de expertos ha trabajado con las principales instituciones, proveedores de métodos y pensadores de todo el sector financiero para codificar un nuevo enfoque para medir el impacto climático: el uso de herramientas de alineación de carteras. Las herramientas de alineación de carteras son modelos computacionales que utilizan escenarios climáticos prospectivos para estimar la división del presupuesto mundial de carbono por sectores y zonas geográficas. Esto permite a los usuarios medir el rendimiento de las emisiones a lo largo de una trayectoria en lugar de en puntos en el tiempo; además, permite la medición hasta el nivel de cada contraparte en la cartera.

El estudio muestra que las herramientas de alineación de la cartera pueden resolver los tres retos del enfoque de las emisiones financiadas antes mencionados. En primer lugar, las emisiones financiadas se evalúan en el contexto de un presupuesto de carbono o una trayectoria de emisiones. Esto ayuda a las instituciones a trazar su curso hacia los objetivos del Acuerdo de París. En segundo lugar, el presupuesto o trayectoria de carbono se construye como un compuesto de las trayectorias de las empresas que componen la cartera. Así, la trayectoria global refleja la composición sectorial y geográfica única de una cartera. Esto ayuda a revelar si la estrategia climática de una institución es alcanzable y suficiente para el objetivo colectivo. En tercer lugar, el análisis de la trayectoria permite a las instituciones financieras diferenciar entre las empresas que se descarbonizan y las que no. Esto les permite ampliar la financiación de la descarbonización a los grandes emisores, siempre que logren el progreso climático necesario mediante la adaptación, la sustitución o la retirada de los activos existentes. Para lograr una transición neta cero efectiva, debemos reconocer que diferentes geografías y sectores necesitarán descarbonizarse a diferentes ritmos.

Para lograr una transición neta cero efectiva, concluye la investigación, debemos reconocer que diferentes geografías y sectores necesitarán descarbonizarse a diferentes ritmos. Además, será necesario que los dirigentes de las instituciones financieras saben que esta década es fundamental para la acción climática. Las herramientas de alineación de carteras pueden ayudar a facilitar los cambios necesarios en los enfoques existentes de la estrategia climática y en los procesos de toma de decisiones. Es importante, pues, empezar a pensar ahora en estos cambios, aunque las herramientas sean todavía muy nuevas.

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