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Por el desafío que supone detener la emergencia climática, es preciso contar con el esfuerzo de diversos sectores que actúen en conjunto. La ciencia puede ser un pilar clave en esta empresa si se pone al servicio del desarrollo sostenible. Así, la ciencia sostenible por su enfoque multidisciplinar apunta a una meta inédita en tamaño e importancia para el conocimiento humano: contribuir de forma decisiva al cambio de rumbo y al desarrollo sostenible. El diseño de energías renovables, la nanotecnología, la genómica, la erradicación de enfermedades o la innovación social son algunos ejemplos de lo que este tipo de ciencia puede lograr.
Ciencia sostenible, una esperanza ante la crisis medioambiental

¿Puede estar la ciencia al servicio del desarrollo sostenible? Sin dudas, la respuesta es sí. Si bien los objetivos que persigue el progreso científico son de los más variados, alcanzar el desarrollo sostenible puede ser uno de ellos. Ya lo decía hace más de 20 años, en 1998, la doctora en Química Física Angela Merkel, por aquel momento ministra de Medioambiente y Seguridad Nuclear alemana, en una entrevista en la revista ‘Science’: “Es vital que usemos nuestros crecientes conocimientos y capacidades de manera responsable, en interés de un desarrollo ambientalmente apropiado. La ciencia debe jugar un papel importante en la búsqueda del desarrollo sostenible, especialmente en energía, cierre de ciclos y movilidad sostenible”.

Evidentemente, la investigación y la ciencia puede cumplir un rol fundamental en la lucha por detener la emergencia climática. En este sentido, la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible de 1998 subrayó “la necesidad de mejorar los procesos de generación, intercambio y utilización de la ciencia para el desarrollo sostenible y una investigación interdisciplinar más orientada a la acción, con un mayor enfoque en la prevención y la identificación temprana de problemas y oportunidades emergentes”.

La Agenda 2030 es una brújula en medio de un escenario neblinoso. Ante los cambios intempestivos y la incertidumbre como única certeza de nuestros días, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) hacen las veces de hoja de ruta. En este sentido, lograr alinear la producción científica y su aplicación en materia de sostenibilidad puede ser decisivo. La Agenda 2030 crea un mecanismo para el impulso tecnológico y la innovación sin precedentes.   

Al respecto la UNESCO afirma que: “El acceso abierto a la información científica es un requisito previo para generar conocimiento hacia el desarrollo sostenible. La evidencia científica y los principios éticos deben informar los comportamientos, la acción política y las decisiones de gobernanza para fortalecer las agendas de desarrollo sostenible. La ciencia del clima debe ser un factor básico en el diseño de respuestas políticas informadas para mitigar y adaptarse al cambio climático y para la preparación y resiliencia ante desastres”.

Un aspecto clave para que la ciencia sea efectiva es su divulgación y transparencia. Es por esto, que la comunicación aquí aparece como una pieza fundamental. Superar las brechas comunicacionales con los responsables de formular políticas y con el público en general, es uno de los grandes desafíos actuales. La investigación no tiene sentido si no hay transferencia.

“Para desarrollar soluciones ecológicas e innovadoras dirigidas a abordar las crisis climática, alimentaria y energética se deben fortalecer las capacidades de la ciencia, la tecnología y la investigación del desarrollo sostenible”, exhorta la Unesco, que estima que, solo en el África subsahariana, “se necesitarán 2,5 millones de ingenieros y técnicos para lograr un mejor acceso al agua potable y el saneamiento”. Esto demuestra “la necesidad de fortalecer la educación científica, frenar la fuga de cerebros y alentar a más jóvenes a dedicarse a disciplinas científicas”, concluye UNESCO.

Una prueba de la importancia central que tiene la inversión en ciencia, fueron los   resultados conseguidos en detener la pandemia de coronavirus. Sin lugar a dudes, el enorme esfuerzo colaborativo que han realizado científicos de todo el mundo en pos de una vacuna contra el COVID-19 ha provocado un cambio de percepción muy positivo de la sociedad respecto a la ciencia. John Elkington, experto global en responsabilidad corporativa, considerado el padre del concepto de sostenibilidad, está convencido de que la lucha contra la emergencia climática podría imprimirle un impulso incluso mayor a lo que llama “alfabetización científica”.

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