Desde hace casi 100 años, en 1922, la adición de tetraetilo de plomo a la gasolina con el fin de mejorar el rendimiento de los motores se ha convertido en una catástrofe para el medio ambiente y la salud pública. Desde aquel momento, casi toda la gasolina producida en el mundo contenía plomo. Conscientes del peligro que esto suponía para la humanidad entera, en 2002, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) comenzó su campaña para eliminar el plomo en la gasolina.
En la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de 2002 se creó la Alianza para vehículos y combustibles limpios (PCFV). El PNUMA acogió su Secretaría con el objetivo de eliminar la gasolina con plomo a nivel mundial. En ese momento, 117 países seguían utilizando gasolina con plomo. 86 países recibieron apoyo para eliminar gradualmente la gasolina con plomo. En 2006, se cosechó el primer éxito: África subsahariana quedó libre de gasolina con plomo. Hoy celebramos el último logro: el último país en completar la erradicación fue Argelia, el pasado julio de este año.
Así, el uso de la gasolina con plomo llegó a su fin en todo el mundo luego de que este combustible altamente contaminante se dejara de ofrecer en las estaciones de servicio de Argelia. Las consecuencias de emplear la gasolina con plomo son múltiples y sumamente graves: desde enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y cáncer; hasta afectar el desarrollo del cerebro humano, especialmente de los niños. Estudios sugieren que la exposición a este contaminante puede reducir el coeficiente intelectual (CI) entre 5 y 10 puntos. Se ha estimado que prohibir el uso de gasolina con plomo evita más de 1,2 millones de muertes prematuras al año, aumenta el CI de los niños, reduce las tasas de delincuencia e implica ahorros de hasta US$ 2,45 billones para la economía mundial. No es poco, ¿verdad?
La lucha ha sido larga y nada sencilla. Como suele suceder, los avances en las diferentes naciones fueron desiguales: en la década de 1980, la mayoría de los países de ingresos altos habían prohibido el uso de la gasolina con plomo, sin embargo, en 2002, casi todos los países de ingresos bajos y medianos aún utilizaban gasolina con plomo.
Se espera que el fin de la gasolina con plomo apoye el cumplimiento de múltiples Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluidos el de salud y bienestar (ODS3), agua limpia y saneamiento (ODS6), energía asequible y no contaminante (ODS7), ciudades y comunidades sostenibles (ODS11), acción por el clima (ODS13) y la vida de ecosistemas terrestres (ODS15). También ofrece una oportunidad para restaurar ecosistemas, especialmente en entornos urbanos que han sido particularmente degradados por este contaminante tóxico. En su mensaje por la consecución de este hito multilateral, el Secretario General de la ONU, António Guterres, lo definió como “la culminación de un esfuerzo global conjunto” y señaló que deshacerse de la gasolina con plomo sirve para librarse de “una gran amenaza para la salud humana y planetaria”.
Si bien hoy hay un gran motivo para celebrar, aún queda un largo camino por recorrer. A pesar de este progreso, la flota de vehículos global, en rápido crecimiento, continúa contribuyendo a las amenazas de la contaminación del aire, el agua y el suelo, así como a la crisis climática global. La emergencia climática ya está aquí y no hay más tiempo que perder para detenerla. El sector del transporte es responsable de casi una cuarta parte de las emisiones globales de gases de efecto de invernadero relacionados con la energía y se prevé que esta proporción aumente a un tercio para 2050. Es por esto, que asegurar combustibles más limpios y reducir las emisiones debe ser la próxima meta a lograr.
Aunque muchos países ya han comenzado la transición hacia la movilidad eléctrica, 1.200 millones de vehículos nuevos entrarán en las carreteras en las próximas décadas, y muchos de ellos aún utilizarán combustibles fósiles, especialmente en los países en desarrollo. Además, millones de vehículos usados de mala calidad podrían ser exportados desde Europa, Estados Unidos y Japón a países de ingresos medios y bajos, una práctica que contribuye al calentamiento del planeta y la contaminación del aire, y tiene vínculos con la incidencia de los accidentes de tránsito.
Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, expresó que: "Después de un siglo de muertes y enfermedades que afectaron a cientos de millones de personas y degradaron el medio ambiente mundial, estamos determinados a enderezar la trayectoria de la humanidad con una transición acelerada hacia la movilidad eléctrica y el uso de vehículos limpios.” Y continuó: “Instamos a las mismas partes interesadas a inspirarse en este enorme logro para garantizar que, ahora que tenemos combustibles más limpios, también adoptemos mejores estándares vehiculares a nivel mundial: la combinación de combustibles y vehículos más limpios puede reducir las emisiones en más de 80%".