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Covid-19: un paso atrás para las mujeres

En abril de 2020, la Comisión Europea aprobaba la Estrategia Europea para la Igualdad de Género 2020-2025, que establecía diferentes medidas para promover la igualdad de género en todos los niveles para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Un año después, me atrevo a decir que han sido pocos los avances. No hay más que echar un vistazo al informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que pone de manifiesto que durante la pandemia de Covid-19, la mujer, además de haber perdido salud, bienestar social y economía en todo el mundo, se ha tenido que enfrentar a mayor riesgo de violencia y abuso o explotación, mayor responsabilidad en el hogar y mayor riesgo de pérdida de empleo y de ingresos económicos.

En el ámbito de la empresa, el porcentaje de mujeres directivas en España se ha estancado en el 34% por segundo año consecutivo tras haber aumentado tres puntos, hasta el 30%, en 2019, y cuatro más en 2020, según el informe Women in Business, aunque este mal dato se suaviza, en parte, por el hecho de que nuestro país permanece entre los diez del mundo en desarrollo de políticas de igualdad y diversidad.

Las mujeres hemos sido de nuevo víctimas colaterales de un desastre mundial, y esta triste realidad no afecta solo a los países que entendemos como menos desarrollados, donde las niñas tienen más difícil acceder a la educación, a un trabajo digno o incluso a que se respeten sus derechos individuales.  También en la Europa de los 27 nos queda un largo camino por recorrer. Posiblemente las razones sean muchas y creo que puede resultar constructivo compartir la transversalidad que debemos buscar para hacer llegar el mensaje a la sociedad en general.

Hace unos días, mi hija de 10 años me narraba el comentario que, afortunadamente, me definió como machista de un compañero de clase. Sí, han leído bien: diez años. En una clase sobre el Día de la Mujer, este niño, al parecer, expuso que de mayor iba a a casarse “con una mujer que cuide a los hijos y la casa, como siempre se ha hecho”. Quiero pensar que es un caso aislado. Pero, realmente las mujeres seguimos asumiendo roles y anteponiendo, en ocasiones motu proprio, nuestro deber familiar a unas legítimas aspiraciones profesionales. Extremo este que se ha visto acrecentado durante la pandemia y sus confinamientos y del que han sido testigos nuestros hijos e hijas.

Por lo tanto, el primer lugar donde debemos actuar es el entorno familiar. Delegar y compartir responsabilidades familiares es la primera brecha que debemos superar. Y, a continuación, creer en nosotras mismas y en nuestro potencial. Si queremos que las mujeres del futuro tengan referentes, es necesario reivindicar nuestro papel y, para ello, más que nunca, necesitamos crear redes y tejer alianzas de mujeres que propicien este cambio

Directivas, empresarias, trabajadoras, emprendedoras, científicas, deportistas... Todas debemos contribuir a eliminar estereotipos y a propiciar el desarrollo de una sociedad que nos apoye, donde las oportunidades se ganen en igualdad de condiciones, independientemente del sexo con el que hayamos nacido.

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Noticias8M2021

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