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Ya es hora de aprender de los errores. En 2020, el mundo sufrió los efectos catastróficos de ignorar los desafíos a largo plazo, como las pandemias, estamos a tiempo de no repetir la historia. La 16ª edición del Informe sobre los riesgos mundiales del Foro Económico Mundial analiza los riesgos derivados de las fracturas de la sociedad, que se manifiestan a través de los peligros persistentes y emergentes para la salud humana, el aumento del desempleo, la ampliación de las brechas digitales, la desilusión de los jóvenes y la fragmentación geopolítica. Según la investigación las preocupaciones medioambientales siguen primeras en la lista en términos de probabilidad e impacto en la próxima década. Contamos con la información y la experiencia, es momento ahora de pasar a la acción de cara al 2021.

La información nos hace libres y cuanto más acceso a esta tengamos, también son mayores las posibilidades que tenemos de tomar mejores decisiones. En los últimos 15 años, el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial ha estado advirtiendo al mundo sobre los peligros de las pandemias y sin embargo no lo oímos. En 2020, observamos los efectos de ignorar la planificación y los riesgos a largo plazo. La pandemia de COVID19 no solo se ha cobrado millones de vidas, sino que también ha incrementado las desigualdades sanitarias, económicas y digitales existentes desde hace tiempo.

Estamos a tiempo de no repetir la historia. Según el Informe de Riesgos Globales 2021 realizado en base a respuestas a encuestas que se recogieron desde el 8 de septiembre al 23 de octubre de 2020 entre los países del Foro Económico Mundial, publicado el día de ayer 19 de enero, estos acontecimientos pueden frenar aún más la cooperación mundial necesaria para hacer frente a los desafíos a largo plazo, como la degradación ambiental.

Según la investigación, una vez más, la crisis medioambientales domina, en términos de impacto y probabilidad,los riesgos de la próxima década. Las fracturas sociales, la incertidumbre y la ansiedad harán más difícil lograr la coordinación necesaria para hacer frente a la continua degradación del planeta. Sin embargo, aunque el desafío sea grande no podemos quedarnos de brazos cruzados. Lo sabemos y sólo dependerá de nosotros el destino del planeta. El informe advierte que la degradación ambiental corre el riesgo de que se cruce con las fracturas sociales para provocar graves consecuencias. Sin embargo, con un mundo más atento al riesgo, se pueden extraer lecciones para reforzar la respuesta y la capacidad de recuperación.

Es claro entonces que el cambio climático, al que nadie es inmune, sigue siendo un riesgo catastrófico. El cambio hacia economías más ecológicas no puede retrasarse hasta que las perturbaciones de la pandemia se reduzcan. El "fracaso de la acción climática" es el riesgo de mayor impacto y el segundo más probable a largo plazo identificado en el informe. Entre los riesgos de mayor probabilidad de los próximos diez años se encuentran las condiciones meteorológicas extremas, el fracaso de las medidas climáticas y los daños ambientales causados por el hombre; así como la concentración de energía digital, la desigualdad digital y el fracaso de la ciberseguridad.

En esta misma línea entre los riesgos de impacto más elevados de la próxima década, las enfermedades infecciosas ocupan el primer lugar, seguidas por el fracaso de la acción climática y otros riesgos ambientales; así como las armas de destrucción masiva, las crisis de los medios de subsistencia, las crisis de deuda y las averías de la infraestructura de la tecnología de la información.

En lo que respecta al acceso a la tecnología y a las aptitudes digitales, la brecha entre “ricos” y “pobres” corre el riesgo de ampliarse y poner en peligro la cohesión social. Esta situación afectará en particular a los jóvenes de todo el mundo, que se enfrentan por segunda vez en una generación a una crisis mundial, y podrían perder por completo cualquier oportunidad en la próxima década. Las presiones financieras, digitales y de reputación resultantes de la COVID-19 también amenazan con excluir a muchas empresas y a sus empleados de los mercados del futuro. Si bien estas posibles desigualdades podrían provocar una fragmentación social para los estados, una perspectiva geopolítica cada vez más tensa y frágil, también obstaculizará la recuperación mundial si las medianas potencias no ocupan un lugar en la escena mundial.

Por primera vez, el informe también evalúa los riesgos en función del momento en que los encuestados perciben que supondrán una amenaza crucial para el mundo. Los peligros claros y presentes (0 a 2 años) revelan la preocupación por la vida y los medios de subsistencia, entre ellos las enfermedades infecciosas, las crisis laborales, la desigualdad digital y el desencanto de los jóvenes. A medio plazo (3 a 5 años), los encuestados creen que el mundo se verá amenazado por los riesgos económicos y tecnológicos inducidos, que pueden tardar varios años en materializarse, como el estallido de burbujas de activos, el colapso de las infraestructuras informáticas, la inestabilidad de los precios y las crisis de la deuda. Las amenazas existenciales (5 a 10 años) —armas de destrucción masiva, colapso del estado, pérdida de la biodiversidad y avances tecnológicos adversos— dominan las preocupaciones a largo plazo.

Uno de los aspectos sobre los cuales el informe hace hincapié es acerca del aumento de la brecha digital y la adopción de tecnología y los problemas que esto puede traer. En este sentido, la investigación explica que la COVID-19 ha acelerado la Cuarta Revolución Industrial, expandiendo la digitalización de la interacción humana, el comercio electrónico, la educación en línea y el trabajo a distancia. Estos cambios transformarán la sociedad mucho después de la pandemia y prometen enormes beneficios tales como la capacidad de tele trabajar y el rápido desarrollo de vacunas, pero también corren el riesgo de exacerbar y crear desigualdades. Los encuestados que formaron parte de la investigación calificaron la "desigualdad digital" como una amenaza crítica a corto plazo.

Una vez más resulta esencial estar atentos a lo que le informe nos devela y actuar en consecuencia. Una de las advertencias que realiza el documento es que una brecha digital cada vez mayor puede empeorar las fracturas de la sociedad y socavar las perspectivas de una recuperación inclusiva. En este difícil contexto una generación de jóvenes doblemente perturbada está emergiendo en una época de oportunidades perdidas. Los adultos jóvenes de todo el mundo están experimentando su segunda gran crisis mundial en un decenio. Esta generación, que ya está expuesta a la degradación del medio ambiente, a las consecuencias de la crisis financiera, al aumento de la desigualdad y a los trastornos derivados de la transformación industrial, se enfrenta a graves problemas en materia de educación, perspectivas económicas y salud mental.

Según el informe, el riesgo de "desilusión juvenil" está siendo en gran medida desatendido por la comunidad mundial, pero se convertirá en una amenaza crítica para el mundo a corto plazo si no prestamos suficiente atención.  Las victorias sociales tan duramente disputadas podrían desaparecer si la generación actual carece de vías adecuadas para las oportunidades futuras y pierde la fe en las instituciones económicas y políticas actuales.

La investigación también reflexiona acerca de las respuestas a la COVID-19, extrayendo lecciones destinadas a reforzar la capacidad de recuperación mundial. Entre dichas enseñanzas figuran la formulación de marcos analíticos, el refuerzo de la confianza mediante una comunicación clara y coherente y la creación de nuevas formas de asociación. Los riesgos clave esbozados en el informe se acompañan de recomendaciones para ayudar a los países, las empresas y la comunidad internacional a actuar, en lugar de reaccionar ante los riesgos transversales.

Finalmente, el documento sostiene que existen mejores vías para gestionar los riesgos y aumentar la capacidad de recuperación. Con los gobiernos todavía deliberando sobre la forma de pasar de la emergencia a la recuperación, y con las empresas anticipando un cambio en el panorama empresarial, existen oportunidades para invertir en un crecimiento inteligente, limpio e inclusivo que mejore la productividad y la ejecución de programas sostenibles. A pesar de algunos ejemplos notables de determinación, cooperación e innovación, la mayoría de los países se han enfrentado a aspectos de la gestión de crisis durante la pandemia mundial. Si bien es pronto para extraer lecciones definitivas, el informe reflexiona sobre la preparación mundial examinando cuatro esferas clave de la respuesta a COVID-19: la autoridad institucional, la financiación de los riesgos, la reunión y el intercambio de información y el equipo y las vacunas. El informe también examina las respuestas a nivel nacional y extrae lecciones de cinco ámbitos: la toma de decisiones de los gobiernos, la comunicación pública, la capacidad de los sistemas de salud, la gestión de los cierres y la asistencia financiera a los vulnerables.

Debemos aprender de los errores, pero no sólo eso, sino también adelantarnos, de lo contrario, todo lo que hemos atravesado habrá sido en vano. El informe afirma que, si las enseñanzas de esta crisis sólo sirven para que los encargados de adoptar decisiones se preparen mejor para la próxima pandemia en lugar de mejorar los procesos, las capacidades y la cultura de riesgo el mundo volverá a planificar la última crisis en lugar de anticiparse a la siguiente.

Sobre este punto, concluye que la respuesta a la COVID-19 ofrece cuatro oportunidades de gobernanza para fortalecer la capacidad de recuperación general de los países, las empresas y la comunidad internacional:

  1. La formulación de marcos analíticos que adopten una visión holística y basada en sistemas de los efectos del riesgo;
  2. La inversión en "campeones del riesgo" de gran relieve para fomentar el liderazgo nacional y la cooperación internacional;
  3. La mejora de las comunicaciones sobre el riesgo y la lucha contra la desinformación;  
  4. La exploración de nuevas formas de asociación entre el sector público y el privado en materia de preparación para el riesgo.

Contamos con la información y la experiencia, es momento ahora de pasar a la acción. Que la experiencia vivida nos sirva para no volver a cometer los mismos errores y enfrentar los nuevos desafíos con integridad y compromiso.  

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