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Los recientes anuncios de la Comisión Europea sobre el Plan de Recuperación de la UE de la crisis de COVID-19 brindan importantes oportunidades para impulsar nuevos esfuerzos e inversiones en la tan necesaria transición ecológica. Pero las decisiones políticas de hoy deben ser coherentes con el Acuerdo Verde Europeo y su objetivo de neutralidad climática a largo plazo. Para lograr la velocidad y la escala de des carbonización necesaria, el enfoque de la UE debe ayudar a este proceso de transición energética.

En su documento de consulta sobre el Plan de objetivos climáticos para 2030, Climate-KIC del European Institute of Innovation & Technology (EIT) anima a la Comisión Europea a establecer un objetivo europeo de reducción de emisiones para 2030 coherente con una trayectoria de 1,5 grados. Tal objetivo es significativamente más ambicioso que los objetivos europeos acordados actualmente y debe ir más allá del 55% de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. Si realmente queremos frenar la emergencia climática, las medidas deben ser contundentes y profundas.

Si bien la inversión en investigación e innovación será fundamental para crear las condiciones propicias para transformar nuestros sistemas económicos y sociales a fin de que sean más resistentes y estén mejor preparados para los riesgos sistémicos, no bastará con un enfoque de innovación sin cambios estructurales. Por otra parte, un enfoque de innovación sistémica desbloquearía el cambio a la escala y la velocidad necesarias para desencadenar un cambio masivo para la descarbonización, actuando simultáneamente sobre varias palancas de cambio, desde la política hasta la educación, la innovación, las finanzas y la participación ciudadana. Esto podría maximizar el impacto climático sobre el terreno y reforzar la posición de Europa como líder del movimiento mundial de acción climática.

¿Qué transformaciones se necesitan en la economía mundial y en el sector financiero para cumplir los objetivos del Acuerdo de París?

Cinco años después del Acuerdo de París, y con los llamamientos desde diversos sectores para que se adopten medidas urgentes en el próximo decenio a fin de evitar la catástrofe del cambio climático, se ha considerado que el año 2020-2021 será un año clave para la adopción de medidas en relación con el clima. La crisis de la COVID-19 que ha acompañado a este año, marca un punto de transformación para la economía y la sociedad: ha demostrado lo notable y rápido que puede ser el cambio de los sistemas. La pandemia mundial ha sido devastadora para la mayoría de los países del mundo, pero también nos ha dado una clara oportunidad de allanar el camino para reconstruir un futuro mejor y establecer nuevas normas, así como nos ha proporcionado importantes lecciones que pueden animarnos a enfrentar la crisis climática que va en aumento.

Es necesario entonces, un cambio de paradigma si queremos avanzar hacia un escenario climático más prometedor que el que tenemos. Las partes interesadas en los mercados financieros, los gobiernos, y las entidades internacionales representan importantes palancas de cambio, ya que tienen una función clave en la sociedad y pueden permitir la inversión en un futuro de emisiones cero.Los intermediarios financieros pueden apoyar eficazmente y permitir que las sociedades movilicen las inversiones necesarias para el cambio de sistemas que se requiere para la transición de la economía y la sociedad hacia una vía de energía neta cero que sea compatible con los 1,5°C para 2100.

Desde el Acuerdo de París de 2015, las promesas condicionales se han quedado muy cortas en relación con el objetivo de mantener el aumento de la temperatura a muy por debajo de 1,5°C por encima de los niveles preindustriales. Para alcanzar el objetivo de la disminución de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero anualmente en un 7,6% hasta 2030 necesitamos aumentar la ambición colectiva por más de cinco veces más que la de los próximos diez años.

La transición hacia una economía de baja emisión de carbono requerirá la integración de la acción climática en las estrategias económicas. El cambio sistémico no puede lograrse mediante objetivos y enfoques de un solo sector, estos deben estar interrelacionados. La inversión en la infraestructura resistente al clima y la transición a un futuro cero en emisiones de carbono puede impulsar la creación de empleo. Invertir en innovación permitirá reducir los costos del cambio climático y generar opciones de modelos y formas de negocio y alternativas de vida que contribuyen a la estabilidad económica y a una transición suave.

Las instituciones financieras juegan un papel principal en la asignación y la fijación de precios de la inversión necesaria para los negocios y el crecimiento económico. Los sistemas financieros, no pueden permitirse considerar las inversiones en la recuperación económica como algo separado de la agenda de la sostenibilidad. Por lo tanto, los agentes financieros deben adoptar nuevos conceptos de valor, monetización y externalidades, y que sea la sostenibilidad la que guie las elecciones y decisiones.

Urge avanzar hacia enfoques intersectoriales, pensamiento innovador y soluciones transformadoras, proyectos que pongan en el centro al medio ambiente y la  inclusión social. Para lograr todo esto será necesario administraciones e instituciones internacionales comprometidas con medidas trasformadoras y ciudadanos y ciudadanas predispuestos a la adaptación y trasformación cultural. El momento de actuar es ahora.

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