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La Comisión Nacional del Mercado de Valores ha publicado la aprobación de una revisión parcial del Código de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas, luego de cinco años de vigencia del mismo. En este nuevo código, una de las recomendaciones apunta a que las sociedades deben incorporar la sostenibilidad como vector clave de sus estrategias corporativas.

La nueva revisión parcial del Código de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas introduce novedades relevantes dirigidas a reforzar la transparencia y la implicación de los accionistas y otros grupos de interés, la presencia de mujeres en los consejos de administración y la atención a los riesgos no financieros y determinadas medidas de control para evitar posibles prácticas irregulares; así como a incorporar un enfoque actual y global de sostenibilidad y aclarar diversos aspectos relacionados con las remuneraciones de los consejeros.

Los cambios introducidos afectan tanto a las recomendaciones como, y en la misma línea que estas, a los principios que, en cada caso, inspiran dichas recomendaciones. Los diferentes puntos tratados en el código son: 1. Transparencia, 2. Implicación de los accionistas y otros grupos de interés,3.Diversidad en la composición del consejo de administración y la alta dirección, 4. Información y riesgos no financieros y en particular, reputacionales, 5. Sostenibilidad y por último, 6. Remuneraciones.

En cuanto a la sostenibilidad, el código afirma que las sociedades deben incorporar la sostenibilidad como vector clave de sus estrategias corporativas. En el contexto de la crisis financiera de 2008 se puso de manifiesto que los mercados se habían focalizado en el corto plazo, habiendo asumido riesgos excesivos para obtener beneficios a corto plazo, en lugar de orientar sus estrategias hacia el medio y largo plazo.

Es por esto, que luego, el Código, desde su aprobación en 2015, incorporó la sostenibilidad como un componente necesario del propósito de las sociedades al definir el interés social como “la consecución de un negocio rentable y sostenible a largo plazo, que promueva su continuidad y la maximización del valor económico de la empresa” y que procure conciliar los intereses de los diferentes grupos de interés.

En este contexto de re construcción socio- política y económica en el que nos encontramos tras la crisis generada por el coronavirus, la sostenibilidad a largo plazo es más importante que nunca. Como así revelan tanto la agenda internacional (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda Internacional 2030 relacionados con el cambio climático y la sostenibilidad) como la europea (diversas iniciativas normativas destacan como el recién publicado Reglamento (UE), relativo al establecimiento de un marco para facilitar las inversiones sostenibles, o la puesta a consulta pública por la Comisión Europea de la renovación de la estrategia en materia de finanzas sostenibles para aumentar la inversión privada en proyectos y actividades sostenibles), sin olvidar la demanda en este ámbito de los inversores. Por ello, las sociedades deben incorporar la sostenibilidad como el vector fundamental de sus estrategias corporativas.

Debido a esta importancia central de la sostenibilidad, uno de los ejes que han centrado las modificaciones introducidas en el Código ha sido la incorporación de un enfoque más amplio y actual sobre sostenibilidad, superando el tradicional propio de la responsabilidad social corporativa.

En este ámbito, el Código recomienda que la sociedad promueva una política adecuada de sostenibilidad en materias medioambientales y sociales, ofreciendo de forma transparente información suficiente sobre su desarrollo, aplicación y resultados. Dicha política debería identificar e incluir, al menos, los principios, compromisos, objetivos y estrategia relativos a los grupos de interés y otras cuestiones como las medioambientales, sociales, diversidad, responsabilidad fiscal, respeto de los derechos humanos y prevención de la corrupción y otras conductas ilegales; los mecanismos de supervisión del riesgo no financiero, incluido el relacionado con aspectos éticos y de conducta empresarial; los canales de comunicación, participación y diálogo con los grupos de interés; y las prácticas de comunicación responsable que eviten la manipulación informativa y protejan la integridad y el honor.

Asimismo, se recomienda que la comisión del consejo de administración encargada de la supervisión del cumplimiento de las políticas y reglas de la sociedad en materia medioambiental, social y de gobierno corporativo, así como de los códigos internos de conducta, tenga atribuidas, entre sus funciones mínimas, velar por que la cultura corporativa esté alineada con su propósito y valores, y hacer seguimiento del modo en que la entidad se comunica y relaciona con los pequeños y medianos accionistas.

La sostenibilidad se presenta de este modo como una de las claves para la reconstrucción a largo y mediano plazo y como un vector clave a tener en cuenta por las sociedades en sus estrategias corporativas.

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