Que en el país del sol (España es por tamaño el país de Europa con mayor irradiación solar y potencial fotovoltaico) no tengamos todos ya unos paneles fotovoltaicos en casa es del mundo al revés. Sostiene María Prado, Ingeniera de Montes por la Universidad Politécnica de Madrid. Responsable de Campaña de Renovables y Transición Energética de Greenpeace. Resultaría inexplicable, si no fuera porque no interesaba económicamente a los que dictaron la política y cultura energética de este país durante décadas. Y así estamos la mayoría: sin acceder a la fuente de energía más limpia y asequible que nos llega a casa cada día mientras nuestros vecinos alemanes o chinos se instalan miles de paneles solares en sus tejados mensualmente y dirigen activamente su relación con la energía.
Igual de absurdo que teniendo sol y todas las renovables disponibles en nuestro país (más baratas algunas ya que construir cualquier otra central eléctrica) sigamos importando desde otros países un ¡88%! de la energía (y contaminante) que nuestro país necesita. Suman 25.000 millones de euros en importaciones. Mientras, nuestro planeta se calienta sin freno.
Afortunadamente, las organizaciones ecologistas, entre otras, ya han ganado la batalla en Europa para que se legisle a favor del ciudadano. Como consecuencia, el impuesto al sol ya se derogó en España (octubre 2018) y ya tenemos la regulación casi completa para que el autoconsumo pueda ser masivo entre la ciudadanía. Ya sólo nos falta ser personas mejor informadas y con capacidad de decisión sobre qué energía y cómo la queremos consumir. Resumiendo: nos falta un empujoncito hacia un cambio de mentalidad para modificar nuestro consumo en favor de la eficiencia y las renovables, como hacen ya otros países con mucho menos sol. Ser ciudadanos empoderados energéticamente, empezando en casa y siguiendo por nuestras ciudades que son devoradoras de energía y fábricas ingentes de CO2.
Y llegados a este punto necesitamos a las administraciones (estatal, autonómicas y municipales) dando ejemplo primero desde sus edificios públicos y facilitando después mecanismos-herramientas y espacios para que nos enteremos de una vez de que generarnos y consumir nuestra propia energía (el autoconsumo) es fácil, barato, seguro, sostenible y que además puede ser solidario porque permite compartir los excedentes de energía que no usemos, suponiendo así una potente herramienta de lucha contra la pobreza energética.
Para nada, explia la experta de Greenpeace. El precio de los módulos fotovoltaicos ha experimentado reducciones de un 90% en la última década y la innovación y mejoras son constantes. Ya se empiezan a ver en el mercado ofertas para financiarnos la instalación fotovoltaica prácticamente gratis (y no solo por los mismos que frenaron las renovables durante décadas). Así que ya no hay excusa para no indagar un poco y pasarnos al autoconsumo, individual o colectivo. Duchas solares, cocinas solares, baterías solares,….y sobre todo, casas solares; que serán en pocos años habituales como lo es ahora nuestro teléfono móvil inteligente, que vivió su revolución en los 90 y todavía continúa. No en vano, en el año 2019 se instalaron miles de autoconsumos en España (459 MW, aunque principalmente en tejados industriales). Sabemos que despegará con fuerza en los próximos años porque la energía ciudadana es imparable, y el sol gratis. Ya lo dijo la Agencia Internacional de la Energía (AIE-2019): para el 2024 100 millones de hogares en todo el mundo tendrán paneles fotovoltaicos en sus tejados y eso solo significará el 25% de toda la energía distribuida producida en el mundo.