La FAO estima que cada año hasta el 40% de los cultivos alimentarios se pierden por culpa de las plagas y enfermedades de las plantas. Esto deja a millones de personas sin alimentos suficientes y daña gravemente la agricultura, actividad que constituye la fuente de ingresos principal de las comunidades rurales pobres. Las plantas son la fuente del aire que respiramos y de la mayoría de los alimentos que comemos, sin embargo, a menudo no pensamos en preservar su salud. Esto puede producir consecuencias devastadoras.
La sanidad vegetal se encuentra cada vez más amenazada. El cambio climático y las actividades humanas han alterado los ecosistemas, reduciendo la biodiversidad y creando nichos ecológicos nuevos donde las plagas pueden desarrollarse. Al mismo tiempo, el comercio y los viajes internacionales han triplicado su volumen en la última década y pueden contribuir a la propagación rápida de plagas y enfermedades en todo el mundo, dañando considerablemente las plantas autóctonas y el medio ambiente.
Además de ser un elemento central de nuestro ecosistema que debemos cuidar, la protección fitosanitaria contra plagas y enfermedades es mucho más rentable que la gestión de emergencias de sanidad vegetal a gran escala. Las plagas y enfermedades de las plantas son a menudo imposibles de erradicar una vez que se han establecido, y su manejo requiere mucho tiempo, y es, además, muy costoso. La prevención es fundamental para evitar el efecto devastador de las plagas y enfermedades en la agricultura, los medios de vida y la seguridad alimentaria.
Podemos prevenir tanto las plagas como las enfermedades de las plantas y abordarlas de manera favorable al medio ambiente, como por ejemplo a través del manejo integrado de plagas. Este enfoque eco sistémico combina estrategias y prácticas de gestión diferentes para producir cultivos saludables mientras minimiza el uso de plaguicidas. Evitar las sustancias tóxicas cuando se manejan plagas, no solo protege el medio ambiente, sino que también protege a los polinizadores, a los enemigos naturales de las plagas, a los organismos beneficiosos y a las personas, y animales que dependen de las plantas.
Desde los diferentes ámbitos a donde nos desarrollemos todos y todas podemos aportar. Todo el mundo debe evitar llevar plantas y productos vegetales consigo en sus desplazamientos transfronterizos. Las personas involucradas en el sector del transporte deben asegurarse de que los barcos, aviones, camiones y trenes no transporten plagas y enfermedades de las plantas a nuevas zonas. Pero además de los aportes individuales que podamos realizar, debemos exigir soluciones estructurales y colectivas. Los gobiernos deben aumentar su asistencia a las organizaciones nacionales y regionales de sanidad vegetal que constituyen la primera línea de defensa y plantear políticas públicas en esta línea.