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Dos palabras definen la nueva marca de moda londinense Trace Collective: regeneración medioambiental y transparencia. Aroa y Antonia, sus fundadoras, cuentan en una entrevista para Diario Responsable cómo su nueva marca de moda crea prendas producidas con tejidos que tienen un impacto medioambiental positivo y a la vez utiliza blockchain para dar a sus clientes transparencia total sobre su cadena de producción. "Nosotros como compradores decidimos las historias detrás de nuestra ropa, pueden ser historias de empoderamiento, artesanía y progreso, y en Trace Collective queremos contar estas historias, y que cada vez sean más".

Según las fundadoras, en el informe de 2019 de Mckinsey “State of Fashion” se citan tres grandes cambios en los compradores de moda: “el fin de la propiedad”, “la transparencia total”, y el “despertar social y medioambiental”. Es una realidad, los consumidores están comenzando a preocuparse por el impacto de sus prendas, a hacer preguntas a las empresas y a exigir modelos flexibles que les permitan cambiar de ropa con frecuencia, accediendo a nuevos estilos.

Las fundadoras de Trace Collective, con diseños atemporales y únicos que priorizan la comodidad sin sacrificar el estilo, apuestan por un nuevo modelo en la industria textil que permita mantener la demanda actual de ropa y a la vez preservar el planeta. Con esta premisa, su nueva marca de moda crea prendas producidas con tejidos que tienen un impacto medioambiental positivo y a la vez utiliza blockchain para dar a sus clientes transparencia total sobre su cadena de producción. Los tejidos de la marca Trace Collective utilizan entre un 90 y un 97% menos de agua y producen un 50% menos de emisiones de CO2 durante su producción, incrementando la fertilidad y la biodiversidad de la tierra en la que crecen. Al lanzarse a la aventura de almacenar la información en blockchain, esta startup innovadora ofrece a sus compradores transparencia total sobre el origen de sus productos, su impacto medioambiental e incluso sus costes de producción. 

Desde Diario Responsable, hemos querido conocer el proyecto Trace Collective más a fondo y a sus fundadoras Aroa y Antonia. 

Diario Responsable.- Tras vuestra larga experiencia profesional en la industria de la moda, ¿qué es lo que os hizo cambiar el rumbo hacia un nuevo modelo de moda más transparente y regenerativo medioambientalmente? 

Trace Collective.- Realmente nuestra experiencia no es tan larga, lo suficiente para entender bien cómo funcionan las cosas pero no tanto como para acomodarnos y aceptar que el estatus quo es la forma en la que la industria de la moda va a funcionar en el futuro. Antonia ha trabajado en diferentes marcas, semanas de la moda y campañas durante los últimos 5 años, y cada año que pasaba sabía que quería cambiar la forma de hacer las cosas. Yo vengo de fuera: nunca he trabajado en moda sino en innovación social. Durante los últimos 6 años he trabajado con Ashoka ayudando a emprendedores sociales de todo el mundo a escalar su impacto social y ayudando a grandes empresas a integrar innovación social en sus cadenas de valor. Las dos teníamos ganas de crear algo (aún no teníamos claro que sería una empresa) que conectase a la gente con las historias detrás de la industria de la moda, y que ayudase a los compradores a tomar decisiones con las que se sintiesen bien.

Las dos nos habíamos encontrado con el mismo problema: sabíamos lo suficiente como para entender que la mayoría de la ropa no era sostenible, pero no encontrábamos la información adecuada, o cuando veíamos una marca realmente sostenible, el estilo no encajaba con el nuestro. Cuando nos conocimos cuajamos enseguida. A partir de ahí fue empezar a experimentar y a probar qué modelo iba a funcionar mejor: Trace Collective es el resultado de casi 2 años de conversaciones con gente en la industria de la moda, en organizaciones medioambientales, y de mucha, mucha investigación.

DR.- Comentáis que según el informe “State of Fashion” de McKinsey (2019) existen tres grandes cambios en los compradores de moda: “el fin de la propiedad”, “la transparencia total”, y el “despertar social y medioambiental”. ¿Quiénes son vuestros potenciales compradores?

TC.- Nuestros compradores están concienciados con los desafíos medioambientales y sociales a los que nos enfrentamos, y saben que sus compras diarias tienen un impacto en el mundo que nos rodea. En general optan por marcas pequeñas frente a grandes cadenas, y priorizan la comodidad sin renunciar al estilo. Quieren ropa de calidad, que siente bien, y no tienen tiempo para investigar qué marca es sostenible y cuál no, así que nosotros comunicamos de forma muy fácil cuál es su impacto al comprar con nosotros.

DR.- ¿Creéis que este tipo de moda está siendo bien acogido por las nuevas generaciones? ¿Hay más consciencia de un consumo más responsable en las generaciones jóvenes?

TC.- Las nuevas generaciones están más concienciadas con los desafíos medioambientales a los que nos enfrentamos, y por lo general piden más abiertamente a las empresas que sean responsables socialmente. El movimiento Fridays for the Future es un ejemplo claro de esta concienciación y de la voluntad de tomar acción. Sin embargo, en general cuanto más joven eres, menos poder adquisitivo tienes, y todavía cuesta (eso en todas las edades) entender que sostenible es más caro, porque nunca deberíamos de haber hecho ropa tan barata como la estamos haciendo. Las encuestas de opinión demuestran una discrepancia grande aquí: de acuerdo con un estudio de HSBC en grandes ciudades, un 80% de la población dice que está preocupada por el medio ambiente, y que es importante que la moda sea sostenible, ¡pero solo un 13% dicen que están dispuestos a pagar más por ropa que sea sostenible!

Esto demuestra la complejidad del problema: la concienciación está ahí, pero no es suficiente. Necesitamos hablar más de ello en medios de comunicación, y necesitamos tanto voluntad individual como acción política: en Reino Unido ya se está debatiendo añadir impuestos para las empresas de moda rápida, ya que hay muchísima información que deja claro el daño que están causando al medioambiente, y como sociedad tendremos que pagar por esto en futuro muy cercano.

DR.- Decís que vuestras prendas tienen diseños atemporales y únicos, que priorizan la comodidad sin sacrificar el estilo. ¿Conocéis el movimiento 'Slow Fashion', una moda menos masiva y más consciente? ¿Vuestra propuesta podría considerarse Slow Fashion? 

TC.- Sí, Trace Collective es slow fashion puro y duro. Slow Fashion al fin y al cabo es rechazar el modelo de producción de la moda rápida, y volver a un modelo de producción que respete a los trabajadores y al medio ambiente. Las marcas que trabajan así priorizan materiales de alta calidad, más respetuosos con el medio ambiente, la producción local, y sacan menos estilos por colección. Esto para los compradores significa elegir calidad frente a volumen, y utilizar nuestra compra para votar por un modelo que piensa en la sociedad, y en el mañana, en vez de en maximizar los beneficios económicos sin importar el daño que se cree.

DR.- Vuestra marca utiliza blockchain para dar a sus clientes transparencia total sobre la cadena de producción, ¿Qué cambio supone esto para el consumidor? ¿En qué le beneficia? ¿Cómo es ese viaje introspectivo hasta el productor a través de la tecnología tan puntera como el blockchain? ¿Humaniza más la producción?, es decir, ¿Acerca más a productores y clientes? 

TC.- Como comprador, al escanear nuestras etiquetas con la cámara de tu móvil (no hace falta ningún software especial) reconectas con la historia detrás de tus prendas. Con el viaje que ha hecho el producto, y las personas que han sido parte de crear esa prenda. Ver las caras humanas nos ayuda a volver al tiempo (¡no tan lejano!) en el que mucha de nuestra ropa se hacía en casa, o con una modista que vivía unas calles más allá. Además de quién y dónde, contamos también cuánta agua y emisiones estás ahorrando por comprar esta ropa. Nuestro objetivo es hacer conceptos de sostenibilidad muy accesibles, porque creemos que todo el mundo debe poder participar en una conversación que va a determinar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Y decimos también exactamente cuánto nos ha costado producir esa prenda: la tela, los botones, y lo que hemos pagado al taller con el que trabajamos.

Hoy en día es fácil olvidar que en algún sitio del mundo, hay una persona, en general una mujer, sentada detrás de una máquina de coser haciendo la chaqueta que nos vamos a comprar. Y que la etiqueta de precio determina si esa mujer gana un sueldo digno o trabaja en una situación de explotación, sin condiciones de seguridad, durante 12 horas al día, para ganar un sueldo mínimo que no le permite enviar a sus hijos al colegio. Nosotros decidimos las historias detrás de nuestra ropa, pueden ser historias de empoderamiento, artesanía y progreso, y en Trace Collective queremos contar estas historias, y que cada vez sean más.

DR.- ¿La incorporación de blockchain en vuestra propuesta de valor os hace diferentes respecto a los demás competidores de la industria textil? 

TC.- Sin duda. Uno de los grandes problemas de la industria de la moda es su opacidad que ha llevado a que ocurran desastres como la catástrofe humana de Rana Plaza, donde 1,134 personas perdieron la vida por hacer ropa barata, o a cualquiera de los numerosas crisis de salud o de contaminación medioambiental que salen en los periódicos varias veces por año. Nuestro compromiso con la transparencia es una parte fundamental de nuestro ADN, y blockchain garantiza que la transparencia es total, porque la información que damos a nuestros compradores está auditada externamente y al estar guardada en blockchain (una base de datos distribuida y segura gracias a su cifrado virtual) nosotros no tocamos nada. Es decir, no podemos manipular los números para disfrazar la realidad detrás de nuestra producción.

Esto es algo con lo que estamos cómodas porque nuestro objetivo como empresa no es hacer ropa, y ya, sino hacer ropa que cree un impacto positivo. Cada una de nuestra decisiones de diseño y producción se toma pensando en primer lugar en cuál es su impacto medioambiental y social, y no en cuánto vamos a poder aumentar nuestro margen de beneficio. Hay cosas que haremos mejor, y cosas que haremos peor, pero queremos que nuestros compradores, nuestra comunidad, tenga toda la información y nos haga mantenernos fieles a nuestro compromiso. Al fin y al cabo, como cualquier empresa, solamente existimos gracias a nuestros clientes, y queremos honrar que confíen en nosotros dándoles toda la información de la que disponemos. 

Hoy en día, muy muy pocas marcas están dando información clara sobre su impacto real por producto y sus condiciones de producción. Al hacerlo, queremos también empezar una conversación diferente. Cuando compras una de nuestras chaquetas puedes ver exactamente de dónde vienen la tela, los botones, y el hilo, y cuánta agua y emisiones de CO2 estás ahorrándole al planeta. Y, tal vez más importante, ves cuánto nos ha costado la tela, y cuanto hemos pagado por la producción el taller con el que trabajamos. Y tal vez empieces a preguntarte qué hay detrás de una camiseta que cuesta 10 euros.

DR.- Para entrar a producción, ¿Cómo ha ido la experiencia de lanzar una campaña de crowdfunding? ¿Por qué habéis elegido esta vía para adquirir financiación?

TC.- ¡La experiencia ha sido increíble! Lo primero, es importante clarificar que el modelo de crowdfunding que hemos elegido, al trabajar con Kickstarter, es algo diferente al tradicional. La gente por lo general no dona a nuestro proyecto, sino que hace pedidos de la ropa que quiere comprar: hay diferentes opciones de contribución, y cada una incluye prendas diferentes, de acuerdo con nuestros precios de venta. De este modo, nuestra comunidad nos ayuda a sacar la producción adelante, y nosotros les ofrecemos un descuento (en Kickstarter todo está reducido un 15-30%).

La primera gran ventaja es la gestión de pedidos. Al tener los encargos antes de entrar a producción, sabemos ya qué prendas, colores y tallas se van a vender más. Siendo una empresa nueva, esto nos permite conocer a nuestros clientes muy bien, y obtener su feedback, antes de entrar en producción. El ajuste de pedidos es también muy importante debido a nuestro compromiso medioambiental de reducir al máximo el desperdicio en nuestra cadena de producción: al saber qué se vende más y menos, evitamos terminar con cantidades grandes de stock sin vender.

Además de eso, elegimos Kickstarter frente a otras opciones porque el riesgo es bajo y nos ayuda a gestionar la caja. Es decir, Kicsktarter nos permite probar nuestro concepto, definir mejor quién es nuestra audiencia, y recibir el dinero antes de entrar a producción. Experimentar e innovar con diseños, telas y campañas de comunicación es muy importante para nosotros, pero eso quiere decir que al salirnos de lo convencional tenemos que encontrar estrategias para recibir feedback antes de endeudarnos yendo a producción.

Para nosotras Kickstarter era la opción perfecta, y lo tuvimos claro desde el principio. Sin embargo, es importante subrayar la cantidad de trabajo que conlleva planificar y gestionar una buena campaña de crowdfunding. Ha sido una curva de aprendizaje enorme y sin duda no es la decisión adecuada para todas las empresas.

Si quieres unirte a Trace Collective y apoyar su misión de reformar la industria de la moda, puedes apoyar su campaña haciendo un pedido o donando en Kickstarter antes del 10 de diciembre:

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