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Es una de las principales conclusiones de la guía práctica “Sostenibilidad y Gestión de Activos”, un documento que persigue asentar las bases para fomentar la adopción de criterios sostenibles en la toma de decisiones de inversión. Realizada por Afi y Allianz Global Investors, analiza las distintas estrategias sostenibles, su impacto en la gestión de riesgos, la alineación con los objetivos del inversor y el alcance de la nueva regulación.

Afi y Allianz Global Investors han realizado un estudio comparativo del comportamiento de índices tradicionales frente a índices con sesgo ISR, utilizando índices de la familia MSCI tanto globales como regionales (para EE. UU., Europa y países emergentes). Los resultados muestran que, en todos los plazos analizados (1, 3 y 5 años), los índices sostenibles obtienen mejor rentabilidad en todas las regiones analizadas (las mayores diferencias se observan en los mercados emergentes y la menor, en EE. UU.).

La clave que explica el buen resultado de las inversiones sostenibles está en el control del riesgo. Las inversiones sostenibles ofrecen un mayor control de riesgos de carácter no financiero que acaban teniendo una repercusión directa o indirecta sobre los riesgos financieros de las compañías. Las compañías que mejor gestionan sus riesgos ASG tienden a ser más estables.

Desde el punto de vista del riesgo, aunque un enfoque de inversión sostenible no garantiza obtener unos menores niveles de volatilidad que los de la gestión tradicional, sí que presenta menores caídas y una menor exposición a riesgos extremos (medidos tanto en términos de VaR como de TailVar).


La ocurrencia de eventos extremos es menor en los índices ISR que en los tradicionales. Al analizar las probabilidades de pérdida, de ganancia y de batir a la inflación, el estudio ha encontrado que, para todos los horizontes temporales, los índices ISR globales y regionales obtienen mejores resultados que los tradicionales.

Los beneficios obtenidos por la vía de la rentabilidad, junto con unos niveles de volatilidad similares, generan una mejor ratio de Sharpe en todas las regiones y en diferentes horizontes temporales.

La guía nace de la necesidad de identificar los impactos que generará la sostenibilidad en el sector de gestión de activos, que supondrá una transformación estructural de la industria. La financiación de una economía sostenible es uno de los objetivos prioritarios de Europa y el sector privado, a través de los gestores de activos e inversores institucionales, será la piedra angular sobre el que recaiga esta labor.

Carlos Magán, Socio de Afi, señala que, “después de leer multitud de informes y estudios en relación con las inversiones sostenibles, no encontrábamos un patrón común que nos ayudara a identificar las diferentes estrategias y herramientas a nuestro alcance, ni su capacidad para satisfacer los objetivos de los inversores, tanto los puramente éticos o morales, como los vinculados con la optimización en la gestión de sus inversiones. Con esta guía, pretendemos contar de forma práctica qué tipos de aproximaciones se pueden realizar para incluir factores de sostenibilidad en el proceso de gestión”.

A lo largo de la guía, se identifican numerosos factores externos que serán palancas clave para dinamizar este cambio, tales como la necesidad de definir un posicionamiento estratégico en esta materia, el cumplimiento de la normativa en desarrollo y la satisfacción de unos inversores cada vez más preocupados por la sostenibilidad.

Una de las principales conclusiones de la guía radica en factores internos - inherentes al proceso de toma de decisiones de inversión-, que identifican y estructuran la información extrafinanciera relacionada con la sostenibilidad (los denominados factores medioambientales, sociales y de gobernanza –ASG-), y que pueden afectar de manera relevante al binomio rentabilidad-riesgo.

Según Marisa Aguilar, Directora General para España de Allianz GI, “la sensibilidad social hacia un crecimiento sostenible está avanzando a pasos agigantados y observamos cómo en Europa los inversores demandan ya que su ahorro pueda canalizarse de manera sostenible. En este sentido, la obtención de ‘rentabilidad ambiental y social’ tendrá cada vez más relevancia y sumará a la rentabilidad financiera, formando parte del deber fiduciario de los gestores de activos”.

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