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La evaluación preliminar del riesgo asociado a los cambios climáticos y medioambientales en la región mediterránea por parte de la red MedECC en colaboración con los responsables de la toma de decisiones, alerta de los riesgos para 500 millones de personas: sequías, falta de agua dulce y aumento del nivel del mar.

Los cambios en el uso tradicional de las tierras, el aumento de la contaminación y el declive de la biodiversidad son algunas de las consecuencias del calentamiento global que se están dando más severamente en los países de la cuenca mediterránea, como España, que para otros lugares del mundo. Es una de las principales conclusiones adelantadas del encuentro de la Unión por el Mediterráneo en Barcelona, en donde se presenta el informe 'Riesgos asociados al cambio climático y los cambios medioambientales en la región mediterránea', fruto del trabajo de más de 80 investigadores desde 2015 reunidos en el panel Mediterranean Experts on Climate and Environmental Change (MedECC).

El cambio climático se acelera y está exacerbando los problemas ambientales ya existentes en la cuenca mediterránea, en la mayoría de los ámbitos de impacto (como el agua, los ecosistemas, la alimentación, la salud y la seguridad), los cambios actuales y los escenarios futuros apuntan sistemáticamente a riesgos significativos y crecientes durante las próximas décadas.

Las políticas para el desarrollo sostenible de los países mediterráneos deben mitigar estos riesgos y considerar opciones de adaptación, pero en la actualidad carecen de información adecuada, en particular para las sociedades más vulnerables del sur del Mediterráneo, donde existen menos sistemas de observación sistemática y modelos de impacto. Se está realizando un esfuerzo especial para sintetizar el conocimiento científico existente en todas las disciplinas, con el fin de proporcionar una mejor comprensión de los riesgos combinados que se plantean. Este esfuerzo ha sido emprendido por la red de expertos mediterráneos en cambio climático y ambiental (MedECC) apoyada por la Unión por el Mediterráneo y el Plan Bleu (Centro de Actividades Regionales del Medio Ambiente de la ONU/MAP).

Este documento desarrollado por W. Cramer (IMBE, CNRS; MedECC), J. Guiot (CEREGE, CNRS; MedECC) y K. Marini (MedECC) presenta los principales resultados de esta evaluación preliminar: 

En lo relacionado al cambio climático, la temperatura media anual del aire es ahora aproximadamente 1,5°C más alta que durante el período preindustrial, muy por encima de las tendencias actuales del calentamiento global (+1,1°C). Sin mitigación adicional, el aumento de la temperatura regional será de 2,2°C en 2040, superando posiblemente los 3,8°C en algunas regiones en 2100. Las precipitaciones de verano disminuirán entre un 10 y un 30% según la zona. Los eventos extremos como las olas de calor, las sequías, las inundaciones y los incendios se vuelven más frecuentes. La temperatura de la superficie del agua de mar ha aumentado recientemente en unos 0,4°C por década y las proyecciones para 2100 varían entre +1,8°C y +3,5°C en promedio en comparación con el período comprendido entre 1961 y 1990. Además, el nivel del mar sube a unos 3 mm por año durante las últimas décadas, existiendo importantes incertidumbres sobre el aumento del nivel medio del mar en el mundo en el futuro con un rango de proyecciones futuras que va de 52 a 190 cm de aumento global medio del nivel del mar para el año 2100. Por último, la acidificación del agua de mar progresa.

En cuanto a la seguridad alimentaria, la demanda de alimentos aumenta y los rendimientos de las cosechas, los peces y el ganado disminuyen. La calidad de los cultivos disminuye y el ciclo fenológico se acorta como por ejemplo la vid, acarreando unos desequilibrios regionales y un aumento en la dependencia de las importaciones de alimentos.

Los recursos hídricos están desigualmente distribuidos por todo el Mediterráneo, la calidad y cantidad de los recursos de agua dulce disminuye, mientras que la demanda de agricultura y turismo aumenta, lo que está generando conflictos de uso y además un aumento de riesgo de inundaciones y sequías. 

Si nos centramos en los ecosistemas, estos se ven afectados por el cambio climático, el cambio de uso de la tierra, la contaminación y la sobreexplotación. La aridez aumenta y los sistemas se vuelven menos productivos y el riesgo de incendio aumenta. El descenso de los niveles de agua afecta a los humedales y a los ecosistemas de agua dulce, por lo tanto se experimenta una distribución geográfica de los cambios en las especies terrestres y marinas. Por otro lado, aumenta el número de especies marinas no autóctonas, especialmente las del Mar Rojo. Por último, los eventos de mortalidad masiva ocurren principalmente en los corales debido a las altas temperaturas del agua. 

Otra cuestión importante es la seguridad humana, los riesgos costeros son el resultado del aumento del nivel del mar, las tormentas, las inundaciones y los hundimientos de tierras locales. El riesgo de incendio aumenta para las personas que viven en el límite del bosque y los conflictos sociales pueden verse agravados por las sequías. Junto a la escasez de recursos y los conflictos, todo ello puede dar lugar a migraciones humanas a gran escala, los países del sur y del este del Mediterráneo son los más vulnerables.

Por último en lo que se refiere a la salud humana, las enfermedades y muertes relacionadas con el calor son cada vez más frecuentes, especialmente en las ciudades por el efecto isla de calor urbana. El cambio climático repercute en la aparición de enfermedades transmitidas por vectores y por el agua, y a ello se añade el deterioro de la calidad del aire, el suelo y el agua. Las alergias al polen se expanden y las condiciones sanitarias pueden deteriorarse debido a la situación social y política.

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