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Luis González de Canales, gestor de proyectos en Almanatura quiere responder a la pregunta de si deben las empresas, grandes o pequeñas, publicar y medir información no financiera. Se debe ser cauteloso porque aunque la opción de informar y medir sea la correcta, esto es un pequeño paso y todo dependerá de cómo se ejecuten estas medidas y la implicación real de las empresas en ser parte de un mercado más responsable a nivel social y ambiental.

En España se aprobó el Real Decreto-ley 18/2017 sobre divulgación de información no financiera, de entrada en vigor reciente. Es necesario informar sobre los asuntos no estrictamente económicos de la empresa como “cuestiones medioambientales y sociales, así como relativas al personal, al respeto de los derechos humanos y a la lucha contra la corrupción y el soborno y la medición del impacto de los mismos", explica Luis González de Canales, gestor de proyectos en Almanatura. 

Aunque dicho Real Decreto-ley por el momento sólo será obligatorio para las empresas más grandes de nuestro país, ¿no sería más coherente que todas las empresas, grandes, medianas y pequeñas, informasen sobre su impacto social y ambiental?

¿Cuáles son las razones que propone Almanatura por las cuales las pequeñas empresas deberían publicar y medir la información no fincanciera? 

Según Luis González de Canales, medir el impacto es una norma básica de la planificación empresarial porque es el establecimiento de objetivos claros y cuantificables. Si la organización añade nuevos objetivos, se debe saber cómo medirlos y sobre todo, cómo evaluar los resultados. Es la forma de maximizar el impacto y disponer de las fuentes de información necesarias para tomar las mejores decisiones posibles. 

Por otro lado, de Canales destaca la coherencia con misión, visión y valores, siendo una característica muy difícil de mantener en las empresas, principalmente debido a su complejidad y, sobre todo, cuando la actividad diaria de la empresa no permite dedicar tiempo para estas cuestiones. Si dentro de la organización se tiene valores claros y compartidos a todo el capital humano de las personas, esto facilita la coherencia entre el desempeño del trabajo de cada persona de la empresa. En relación a este tema, las empresas certificas B no solo establecen un propósito social, sino que promueven que las diferentes áreas participen en la suma del valor a tal propósito.

De Canales destaca la legitimización de la existencia de pequeñas empresas: "Se ha acabado la concepción de empresas enormes, grises e impersonales alejadas de la sociedad. La población demanda la responsabilidad de los agentes económicos sobre la población y el medio que nos rodea, e incluso en el cumplimiento de los ODS". Es una realidad, cada vez más grupos de personas consumen de una manera más responsable e invierten su dinero en propósitos socialmente responsables, ante este contexto, la empresa debe adaptarse cuanto antes para responder a una demanda cada vez más exigente. 

Por último, en cuanto a la efectividad de la RSC de cualquier empresa y para que ésta sea positiva, este gestor de proyectos propone que se realice una asignación más eficiente de los recursos hacia aquellos sectores o problemas que mayor impacto negativo pueda provocar el trabajo de la misma, analizándose a través de la medición del impacto.

De Canales expone el ejemplo de una empresa de papel, en este caso esta entidad debería centrar su RSC en medio ambiente, debiendo evaluar de dónde obtiene su materia prima, cómo revierte los daños al ecosistema, cómo puede hacer un modelo de negocio más sostenible. 

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