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Se considera que una ocupación está masculinizada cuando el porcentaje de trabajadores varones es igual o superior al 65%. Es el caso de directores ejecutivos y de la Administración Pública, de profesionales en física, química, matemáticas, ingeniería, ciencias y en las TIC, supervisores de ingeniería, manufacturas y construcción, según un estudio publicado por la Fundación BBVA y el Ivie.

Pero lo grave no es sólo este porcentaje, sino que la masculinación contribuye notablemente a agrandar la brecha salarial. Así, según este estudio, cuanto más paritaria es una profesión desde el punto de vista de la representatividad, menor es la diferencia salarial. El documento recoje los datos de la última Encuesta de Estructura Salarial cuatrienal publicada por el INE, en 2014, el 53,7% del total de ocupaciones están masculinizadas. Por el contrario, solo el 14,8% de las ocupaciones son paritarias y el 31,5% restante corresponde a las ocupaciones feminizadas.

Dentro de estas ocupaciones paritarias, se encuentran los especialistas en organización y comercialización de la Administración Pública, los profesionales de la cultura, de apoyo financiero y servicios jurídicos, empleados de servicios contables y bibliotecas. En cuanto a las más feminizadas, están encabezadas por los trabajos vinculados con el cuidado de las personas, la limpieza y las profesiones vinculadas con las Ciencias Sociales.

Una de las principales conclusiones del estudio es que esta composición en la estructura ocupacional influye en las condiciones laborales que presentan las diferentes ocupaciones, como por ejemplo, en el salario. Si una determinada ocupación es remunerada por el mercado con salarios altos y está masculinizada, significa que las mujeres presentan mayores dificultades que los hombres en acceder a esa renumeración salarial, y por tanto, las diferencias salariales pueden aumentar.

De media, en las ocupaciones masculinizadas, la diferencia entre el salario medio por hora que reciben hombres y mujeres es mucho más elevada que en las ocupaciones paritarias y feminizadas. En concreto, en las masculinizadas, las mujeres cobran en promedio un 14,7% menos por hora que los hombres, mientras que en las ocupaciones paritarias, esta diferencia se reduce un 43% hasta situar la brecha en el 8,4%. Por su parte, en las ocupaciones feminizadas los hombres reciben un 11,1% más por hora que las mujeres, incluso cuando éstos representan menos de un 35%. Por tanto, aunque presenten menor brecha que las ocupaciones masculinizadas, esta sigue siendo un 24% mayor que en las ocupaciones paritarias.

El estudio concluye con una serie de recomendaciones para lograr disminuir e incluso erradicar las diferencias salariales entre sexos, como reducir al máximo la segregación de género que presentan las ocupaciones en la economía, de forma que los individuos se distribuyesen en las diferentes ocupaciones de acuerdo a su nivel educativo y formación y no en base a su género. Para ello, es recomendable diseñar las políticas educativas en todas las etapas para que fomenten la igualdad de género, y orienten a las personas hacia su carrera profesional y futura ocupación en base a sus capacidades y no por el género con el que se identifican en la sociedad. Además, las condiciones laborales deberían permitir la conciliación de la vida familiar y profesional para ambos sexos por igual.

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