"Los importantes desequilibrios entre la financiación básica y la no básica continúan, con un 13% correspondiente a la financiación básica y un 87% a la no básica. Esta situación no es sostenible y tiene implicaciones reales en la rendición de cuentas en términos de nuestro mandato, capacidad para entregar respuestas integradas y sostenibilidad organizativa", afirmó Steiner.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) tiene diferentes fuentes de ingresos, que suman un total de unos 5.500 millones de dólares. Los recursos ordinarios o básicos son fundamentales para apoyar la labor destinada a erradicar la pobreza y reducir las desigualdades y exclusión en el mundo. Los recursos ordinarios permiten que el PNUD asigne fondos donde más se necesitan, responda a las crisis con flexibilidad, sirva como el eje de coordinación con el sistema de las Naciones Unidas, y mantenga altos estándares para asegurar la calidad y transparencia, que son cruciales para la administración efectiva de los fondos para el desarrollo.
Con datos de enero de 2018, los cinco países que más aportan son EEUU (80 millones de dólares), Reino Unido (72,5 millones), Suecia (70,5 millones), Japón (66 millones) y Noruega (64 millones). España está muy lejos de estas cifras, con poco más de 580.000 dólares, una cantidad similar a la de Kuwait y muy por detrás de países como Francia, Italia, Irlanda o Bélgica.
El resto de recursos, hasta completar esos 5.500 millones, proceden de los fondos temáticos o mancomunados que ayudan al PNUD a alcanzar las metas enunciadas en su Plan Estratégico, con mecanismos de monitoreo y presentación de informes en apoyo a la gestión basada en los resultados; fondos mancomunados de las Naciones Unidas en los que los donantes reúnen dinero en apoyo a un proyecto o programa determinado; fondos para fines específicos, destinados a programas y proyectos concretos y en los que participan los gobiernos en la financiación de los gastos; y, por último, los fondos verticales, que se crearon en respuesta a campañas de alta visibilidad orientadas a un tema determinado y que abordan cuestiones de desarrollo específicas.
Respecto a los principales desafíos, Steiner se refirió, en primer lugar, a la cuarta revolución industrial, "que está ya afectando a las sociedades y continuará haciéndolo en unas formas que no llegamos a comprender del todo. La verdad es que todavía no sabemos cómo es una economía de la información madura, y pasará un tiempo antes de que lo sepamos". También afirmó que la desigualdad se ha disparado: "No se trata sólo de un problema económico; la desigualdad obstaculiza la movilidad social y destruye el tejido social. Tampoco es un resultado inevitable del capitalismo, o de un tipo de capitalismo u otro sistema económico en contraposición a otro. No hay una mano invisible que nos guíe hacia un mundo justo o hacia uno injusto".
El tercer reto al que aludió fue la pobreza, de la que dijo que "cara al futuro, debemos entender dos características básicas de la pobreza. En primer lugar, algunos aseguran que los pobres de hoy están mucho más alejados de la línea de demarcación de la pobreza, lo que sugiere que la última etapa será realmente la más difícil. En segundo lugar, las personas salen de la pobreza y recaen en ella. Debemos tomar medidas para sacar a las personas de la pobreza y mantenerlas fuera de ella, por ejemplo a través de sistemas efectivos de seguros y protección social".
Después citó el cambio climático, hablando de las dos transiciones: "pasar a una sociedad baja en carbono y, por otro, adaptarse a un mundo inevitablemente más cálido y más sujeto a tensiones" y aseguró que el PNUD "contribuirá a que los países mitiguen y se adapten al cambio climático y otros desafíos ambientales", para lo que cuenta con una cartera de 3.000 millones de dólares.
Por último, se refirió a tres conceptos entrelazados: conflicto, fragilidad y desplazamiento. "La naturaleza del conflicto en los últimos años ha puesto de manifiesto con claridad la dimensión de desarrollo que tienen el conflicto y la fragilidad. Por esta razón, alrededor del 40% de nuestra programación se lleva a cabo en entornos frágiles y afectados por conflictos", dijo.