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Según un estudio del Banco Mundial, cada año de educación de nivel secundario se correlaciona con un aumento del 18% en su futura capacidad de generación de ingresos. Esta institución ha invertido 3.200 millones de dólares en los dos últimos años en paliar este déficit en África al sur del Sahara y Asia meridional.

Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, considera que “La inversión en igualdad de género y en educación para las niñas no solo es la decisión correcta, sino que, a nivel económico, es una de las decisiones más inteligentes que se pueden tomar". De ahí se haya acelerado el compromiso suscrito en abril de 2016 y en dos años se hayan culminado unas inversiones previstas inicialmente para cinco años. "La aceleración de estas inversiones es una parte crítica de nuestra estrategia de invertir en las personas con el fin de impulsar un crecimiento inclusivo y sostenible. Este hito constituye un importante recordatorio: si las niñas cuentan con la educación y el capital humano que necesitan, tienen el potencial de garantizar el futuro de sus países”, dice su presidente.

Esto fondos contribuyen a brindar a las adolescentes (de entre 12 y 17 años) acceso a una educación de calidad en el nivel secundario, y a garantizar su matriculación y su permanencia en la escuela a través de una serie de iniciativas, entre las que se incluyen becas, transferencias monetarias condicionadas y la provisión de instalaciones y servicios básicos en las escuelas, como agua potable y sanitarios.

Entre las acciones, figuran, por ejemplo un proyecto en Bangladesh donde  se financia la construcción de baños separados y se introduce un plan de estudios de empoderamiento para niñas que promueve la salud y la higiene. En Líbano, el Banco Mundial trabaja junto con el Gobierno para promover el acceso equitativo a la educación, con especial énfasis en las niñas y los refugiados, mientras que en Tanzania impulsa la matriculación de las niñas al garantizar la asequibilidad de las escuelas, reducir los tiempos de traslado y las distancias que las separan de las escuelas y brindar a los docentes capacitación sobre formas de reducir la violencia de género.

Hay programas cuyos resultados ya son visibles. En Pakistán, por ejemplo, a través de un programa en el cual se brindaron vales para matriculación así como ayudas económicas a 400.000 niñas, se logró aumentar en un 9% la matriculación de niñas en las escuelas secundarias de Punjab.

La educación de las adolescentes y la igualdad de género forman parte de un esfuerzo más amplio e integral que incluye el financiamiento y la labor analítica necesaria para eliminar las barreras financieras que impiden el acceso de las niñas a las escuelas, posponer el matrimonio infantil, mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva, y reforzar las habilidades y las oportunidades laborales para las adolescentes y las mujeres jóvenes.

Los 21 países en los que se centra este programa son Bangladesh, Brasil, Chad, Etiopía, Ghana, Haití, India, Indonesia, Kenya, Líbano, Moldova, Nepal, Nicaragua, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Rwanda, Sierra Leona, Tanzanía, Uruguay y Zambia.

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