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A finales de mes, finaliza el proceso por el que los analistas de RobecoSam deciden qué empresas son las elegidas para formar parte del Dow Jones Sustainability Index (DJSI), el índice de referencia para todas las que quieran presumir de estar entre las más responsables del mundo.

Las 2.500 empresas más grandes del mundo según el S&P Global Broad Market Index son examinadas para formar parte del selectivo mundial, que finalmente solo acogerá al 10% de ellas. De entre las otras mil se seleccionará a las mejores para completar los índices regionales y nacionales existentes, explica Jerusalem Hernández, directora en el Área de Sostenibilidad de KPMG en España en el blog de RSE de la firma.

Este índice mundial  valora el comportamiento de las empresas bajo criterios sociales, medioambientales y de gobierno corporativo y selecciona a las compañías más sobresalientes por su estrategia de crecimiento sostenible. Creado en el año 1999, el DJSI es uno de los índices fundamentales para aquellos inversores que tienen en cuenta los criterios de sostenibilidad en la composición y gestión de sus carteras de inversión.

En total, en el cuestionario se pregunta sobre casi 600 aspectos económicos, ambientales y sociales. Y, como señala Hernández, “este año, como todos, hay novedades en el cuestionario, y no son irrelevantes. La mayoría apuntan grandes desafíos globales a los que las organizaciones han de hacer frente con más decisión”.

Además de la información que facilita la empresa, para la puntuación, RobecoSAM también tiene en cuenta un análisis de la presencia en los medios de comunicación.

“Hemos desarrollado algunas de las soluciones de índices ASG (criterios relacionados con medio ambiente, social y buen gobierno) más sofisticadas disponibles para la industria de gestión de activos, explica la web de DJSI. “Cada año solicitamos a más de 3.400 empresas cotizadas de todo el mundo entre 80 y 120 preguntas específicas que se centran en factores económicos, ambientales y sociales que son relevantes para el éxito de las empresas, pero que están poco reflejadas en el análisis financiero convencional”, añade. Esta información es combinada con los objetivos de sostenibilidad y riesgo / rendimiento de los inversores.

En lo que se refiere al gobierno corporativo, Jerusalem Hernández subraya que “la calificación subirá si existe información pública sobre la remuneración en acciones del CEO y otros miembros de la alta dirección, y lo hará aún más si este es un requisito explícito”. También dice que las compañías con participación pública se verán penalizadas ya que parece “más confiable” la independencia en la toma de decisiones que la intervención o control públicos.

En cuanto al cambio climático, este año tiene más protagonismo. “El mercado interno de carbono, los objetivos de reducción de emisiones basados en la ciencia o los productos con bajas emisiones son otros de los asuntos nuevos sobre los que los analistas valorarán el desempeño y la estrategia ambiental de las compañías”, dice la directora en el Área de Sostenibilidad de KPMG en España.

Naturalmente, el pago de impuestos “sigue siendo tendencia y es un criterio que se actualiza cada año desde su incorporación en la evaluación. Y es que en el entorno de escrutinio público e intolerancia en el que viven las empresas desde hace años, no todo lo permitido es aceptado y no todo lo legal es moral”, añade Hernández.

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