De acuerdo con los datos de esta asociación, el sector fundacional español, constituido por 8.866 fundaciones, representa el 0,8% del Producto Interior Bruto español; emplea a 220.000 trabajadores; dedica 8.000 millones de euros a proyectos de interés general; atiende a 35,62 millones de personas (beneficiarios) y acumula unos activos de 21.469 millones de euros. Unas cifras nada desdeñables que ponen de manifiesto el impacto que tienen sobre la economía. “Estas cifras ponen de manifiesto la capacidad de las fundaciones para dar respuesta a los fines de interés general y su contribución al desarrollo social y económico de España pese a la reducción de activos durante la crisis. En este periodo, las fundaciones han demostrado su alta capacidad de resistencia y adaptación” afirma Agea,
En opinión del director general de la AEF, “para asegurar la confianza y credibilidad de la sociedad,el sector fundacional debe abordar con éxito algunos retos, relacionados con la transparencia, la innovación y digitalización, la gestión y medición del impacto y la profesionalización y el buen gobierno”.
Respecto a la transparencia, Agea señala que las organizaciones no deben estar centradas sólo en desarrollar su labor, sino que deben mostrar y explicar lo que hacen con claridad, rigor y precisión. Y que la credibilidad de las fundaciones depende, en gran medida, de la confianza social que éstas sean capaces de generar. Y subraya que la confianza social, fudamental para conseguir financiación, “es el resultado de un trabajo bien hecho, una trayectoria, una implicación, una coherencia con la misión y con los valores de la entidad, unos resultados, una implicación social, en definitiva, una determinada manera de trabajar”. Para mantenerla, “debemos fomentar la transparencia, que podríamos entender como el grado de información y la actitud con las que se afronta la rendición de cuentas. Se trata de incorporar la cultura de la transparencia como elemento estratégico de la entidad, lo que implica superar la llamada cultura del éxito: en último término, ser transparentes significa aceptar que hay cosas que no salen bien, optar por la autocrítica, por la reflexión y por el aprendizaje de los errores”.
En cuanto a la innovación y digitalización, recuerda que ni siquiera cuatro de cada 10 fundaciones disponen de página web propia, probablemente porque muchas son de pequeño tamaño y tienen pocos recursos. Además, sólo el 7,8% usan las redes sociales. “Estos datos indican una lenta adopción de una parte significativa del sector fundacional a tecnologías relativamente sencillas y necesarias para la comunicación y transparencia”, afirma Agea.
Por lo que se refiere a la gestión y medición del impacto, dice que “debe empezar siempre por lo que somos y queremos ser, por la misión”. Y para ello, plantea dos preguntas clave: ¿para qué existimos?; ¿qué queremos conseguir?
Por último, respecto al buen gobierno, asegura que “es clave asegurar la sostenibilidadde la organización y delimitar bien las competencias del patronato y las del equipo de gestión” y añade que “en la selección de los miembros del patronato conviene garantizar su identificación con la misión y valores de la organización pues en último término, es el órgano de gobierno el que debe velar por ellas”.
Silverio Agea ha colaborado en el documento Proyecto de Valor Social, el primer informe sobre las nuevas tendencias, iniciativas y actividades dentro del ámbito de Filantropía e Inversión Socialmente Responsable (ISR) en 2017 que acaba de presentar el equipo de Banca Privada de CaixaBank. En el prólogo de este primer informe, el director ejecutivo de Banca Privada y Premier en CaixaBank, Victor Allende destaca que, con esta iniciativa, la entidad quiere “desarrollar espacios en los que poder conocer, debatir y aprender, alimentando una creciente demanda por parte de los clientes, que es todavía mayor en países de nuestro entorno.”