La financiación participativa permite a los inversores, tanto profesionales como minoristas, invertir directamente en el capital de empresas. Según estudios de Ernst & Young, esta nueva forma de desintermediación financiera alcanzó el año pasado un volumen de negocio de 82 millones de euros, con unas tasas de crecimiento del 116% desde 2012.
La Bolsa Social se dirige a inversores y empresas con valores. Para ello, selecciona y publica empresas con un buen modelo de negocio y potencial de crecimiento, con la particularidad de que deben producir un impacto positivo constatable en la sociedad y el medio ambiente. La inversión se realiza a golpe de clic, de una manera ágil y sencilla. Durante campañas de dos a tres meses los inversores depositan su dinero en una cuenta especial en Triodos Bank. Si se alcanza el objetivo de financiación, la Bolsa Social formaliza la ampliación de capital en nombre de todos los inversores. Si no se logra, se devuelven las aportaciones sin coste para los inversores.
La Bolsa Social se inscribe dentro de las llamadas finanzas éticas, un sector que experimenta un importante crecimiento desde hace años. Como señala el director de la Bolsa Social, Jose Moncada: “se está dando un cambio de mentalidad. La gente comprende que también debemos aplicar nuestros valores cuando decidimos ahorrar o invertir, y que no está reñido buscar rentabilidad e invertir en empresas con impacto positivo en la sociedad”. En este sentido, Moncada ve un gran potencial en el crowdfunding de inversión. “La Bolsa Social nace con el objetivo de convertirse en el mercado financiero de referencia para inversores y empresas con valores positivos. Por eso seleccionamos las empresas con el rigor del capital riesgo, las financiamos mediante la fuerza colaborativa de la financiación participativa y aportamos la dimensión ética de la inversión de impacto social”.