Desde hace años diferentes corrientes teóricas están poniendo en cuestión el concepto de desarrollo. En esta puesta en duda de categorías muy arraigadas entra también el crecimiento económico. Este se encuentra estrechamente vinculado al aumento de la producción, el consumo y la utilización de recursos y, por consiguiente, tiene efectos perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana. Es poco probable que se pueda lograr a escala mundial una desvinculación duradera y absoluta entre el crecimiento económico a gran escala y las presiones y repercusiones ambientales; por lo tanto, será nuestro desafío replantear lo que se entiende por crecimiento y progreso y su significado para la sostenibilidad y la vida.