Fomentar la caminabilidad y la movilidad activa en las ciudades es esencial no solo para mejorar la salud y el bienestar de las personas, sino también para promover la sostenibilidad y crear conciencia sobre el impacto de la huella de carbono. No se trata solo de crear calles peatonales para reducir el tráfico de coches, sino de incentivar que más personas caminen y utilicen los espacios de ocio y recreación en su entorno cercano.
La movilidad inclusiva abarca diferentes tipos de movilidad presentes en la vida diaria de las ciudades: la movilidad obligada, la sostenible y la activa. Estos conceptos, aunque poco estudiados, son cruciales en la planificación urbana, ya que fomentar la movilidad sostenible y activa genera un cambio de hábitos en los habitantes, creando una mayor interacción con su entorno y una identificación con los elementos cercanos. El concepto de la ciudad de 15 minutos, aunque controvertido, se centra en garantizar que los ciudadanos tengan acceso a servicios esenciales a una distancia que puedan recorrer a pie en ese tiempo. Para fortalecer este enfoque, es vital ubicar colegios, centros de salud y áreas recreativas en el corazón de estas zonas.
Una ciudad diseñada para que los servicios clave estén a 15 minutos de distancia promueve la salud y el bienestar. Es crucial que colegios, centros de salud y áreas recreativas sean fácilmente accesibles para fomentar la movilidad peatonal. Mejorar la infraestructura para caminar e incorporar espacios verdes mejora las condiciones de vida y, por ende, la salud y el bienestar de los habitantes, incentivando el desplazamiento a pie en lugar de depender exclusivamente de automóviles, autobuses o bicicletas. Esto es especialmente importante para quienes no tienen recursos económicos o prefieren no utilizar otros medios de transporte, integrando así la accesibilidad en el concepto de caminabilidad y creando una nueva dinámica. La accesibilidad a centros de salud, colegios, zonas de comercio local y ocio es fundamental, ya que todos necesitamos acudir a ellos en algún momento. Sin embargo, la distancia, el tráfico y otros factores pueden ser obstáculos, especialmente para las personas mayores.
Como criminóloga, embajadora del pacto climático y defensora de la caminabilidad como una forma de romper paradigmas para mejorar la economía de las ciudades y reducir la huella de carbono, me preocupa la valoración y validación de los espacios creados para generar interacción social. Estos espacios, planificados y ejecutados dentro de la planificación urbana, a menudo carecen de herramientas para corroborar su uso continuo y su contribución a la calidad de vida de la población. Ejemplos de estos espacios son parques, zonas verdes, caminerías en riberas y áreas de ocio al aire libre, que a menudo actúan como pulmones verdes en las junglas de cemento y hormigón que son las ciudades.
Finalmente, en esta reflexión, siempre digo que somos la generación responsable de romper paradigmas y comenzar a crear estrategias, modelos y espacios de concientización para las generaciones futuras. Ellos recogerán el testigo y continuarán esta lucha por lo único que no podemos reemplazar, por mucha tecnología e innovación que logremos: nuestro planeta y sus habitantes.