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El voluntariado en las universidades no solo complementa la formación académica, sino que también prepara a las y los estudiantes para su futura vida profesional y social. A pesar de su importancia, su presencia en el ámbito académico aún es limitada. Desde 2023, las actividades de extensión son obligatorias en todos los cursos de grado en Brasil, una medida que pone al país a la vanguardia en la creación de una cultura de voluntariado.
La educación puede cambiar la cultura

El voluntariado es un tema de gran relevancia en las universidades, ya sea para actividades de extensión universitaria o para preparar a los estudiantes para sus futuras carreras y el entorno corporativo. Sin embargo, es lamentable que todavía no tenga un lugar consolidado y real en muchas instituciones académicas.

Es importante recordar que desde 2023, las actividades de extensión son obligatorias en todos los cursos de grado, según la resolución del Consejo Nacional de Educación (CNE) en Brasil. Esta medida, como la creación de la ley de voluntariado, posiciona a Brasil como un ejemplo a seguir para otras naciones.

Brasil es un maestro en la creación de leyes, con alrededor de 34 mil leyes que rigen la vida de sus ciudadanos. Además, existen aproximadamente 5.4 millones de normas que se actualizan constantemente.

Las acciones de voluntariado pueden considerarse actividades de extensión siempre y cuando se realicen de manera genuina, estén formalizadas y cuenten con una certificación que acredite la participación del estudiante como voluntario. Esta certificación debe detallar las actividades realizadas, los talentos y habilidades compartidas, y el número de horas donadas.

Con estos números, es evidente la complejidad del sistema en el que vivimos. Las universidades tienen un papel fundamental en la formación de los estudiantes, no solo en el aspecto académico, sino también en la formación de una cultura post-educativa.

El voluntariado, aún incipiente en la vida académica, debería desarrollarse con mayor intensidad, enfocándose en la formación moral y social de los estudiantes, así como en su formación profesional. Los estudiantes pueden utilizar sus conocimientos para apoyar a las organizaciones sociales y adquirir experiencia laboral, facilitando así su acceso al mercado laboral formal.

Además, muchos estudiantes pueden descubrir una vocación en el tercer sector, que ya emplea formalmente a más de 3.5 millones de personas. Esta es una situación en la que todos ganan: la sociedad, los estudiantes, las universidades y las organizaciones de la sociedad civil.

No pretendo trasladar toda la responsabilidad de fomentar el voluntariado a la educación, pero es innegable que, en todos los niveles, la educación juega un papel crucial en la creación de una cultura de voluntariado en Brasil y América Latina.

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