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En un mundo donde la inseguridad alimentaria afecta a millones de personas, el desperdicio de alimentos se presenta como una paradoja inaceptable. En España, se estima que cada año se desperdician aproximadamente 1,300 millones de kilos de comida, una cifra alarmante que contrasta con la necesidad de miles de familias que luchan por tener una alimentación adecuada.
Combatir el desperdicio alimentario a través de las donaciones: un imperativo moral y legal para España

Frente a esta realidad, la donación de alimentos emerge como una solución efectiva y moralmente imperativa para combatir el desperdicio alimentario, alineándose además con la nueva Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, aprobada recientemente en nuestro país.

La Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, aprobada desde enero de 2024, y que será efectiva hacia finales de 2024 principios del 25, establece un marco normativo que obliga a las empresas del sector alimentario a implementar medidas para reducir el desperdicio de alimentos. Una de las principales directrices de esta ley es la promoción de donaciones de productos aptos para el consumo humano pero que, por diversas razones, no pueden ser vendidos. Este enfoque no solo contribuye a la reducción del desperdicio, sino que también tiene un impacto social significativo al proporcionar alimentos a quienes más lo necesitan.

Las donaciones alimentarias son la mejor manera de abordar este problema por varias razones fundamentales. En primer lugar, permiten que los productos que de otro modo se desecharían sean aprovechados, cerrando así el ciclo de vida de los alimentos de una manera sostenible. Al donar estos alimentos, se reduce la cantidad de residuos orgánicos que terminan en los vertederos, disminuyendo así las emisiones de gases de efecto invernadero asociados a su descomposición.

Esta práctica es, por tanto, una acción concreta y directa en la lucha contra el cambio climático. Además, las donaciones refuerzan la responsabilidad social corporativa de las empresas del sector alimentario. Al donar alimentos, las empresas no solo cumplen con la ley, sino que también demuestran su compromiso con la sociedad y el medio ambiente. Este compromiso se traduce en una mejora de su imagen pública, lo que hace que el valor de la marca crezca sustancialmente y en una mayor fidelidad por parte de los consumidores, quienes valoran cada vez más las prácticas empresariales éticas y sostenibles, impactando positivamente en las cuentas de resultados de resultados de las empresas.

Es importante destacar que la implementación de programas de donación de alimentos puede realizarse de manera eficiente y organizada. Existen numerosas organizaciones benéficas y bancos de alimentos que están preparados para recibir y distribuir estos productos. La gestión con estas entidades es tediosa, y es aquí donde entran empresas como FAZLA, encargadas de gestionar las donaciones de terceros, garantizando la logística, la trazabilidad, la calidad de los productos donados, así como la digitalización de todo el proceso de donación, desde la entrega de albaranes, hasta los certificados de donación. La colaboración entre empresas es clave para asegurar que los alimentos lleguen a quienes realmente los necesitan. Además, la ley proporciona incentivos fiscales a las empresas que realizan donaciones, llegando a bonificar el 45% del valor contable del producto donado, lo que facilita y fomenta esta práctica.

La educación y la concienciación también juegan un papel crucial en este proceso. Es necesario que tanto los empresarios como los consumidores comprendan la importancia de reducir el desperdicio alimentario y participen activamente en estas iniciativas. Las campañas de sensibilización y los programas educativos pueden contribuir a cambiar la mentalidad y los hábitos de consumo, promoviendo una cultura de aprovechamiento y solidaridad.

En conclusión, las donaciones de alimentos son una herramienta poderosa y efectiva para combatir el desperdicio alimentario en España. Esta práctica no solo cumple con la nueva legislación, sino que también representa un acto de responsabilidad y solidaridad que beneficia a toda la sociedad. Al adoptar y promover las donaciones, podemos avanzar hacia un futuro más sostenible y equitativo, incorporando todos esos excedentes en la economía circular, donde el alimento sea un derecho garantizado para todos y no un lujo desperdiciado. Es hora de actuar y de demostrar que, juntos, podemos hacer frente al desperdicio alimentario de manera efectiva y con un impacto positivo duradero.

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