Este año se pone el foco en el empleo formal para garantizar la justicia social, ya que los empleos informales perpetúan la inestabilidad laboral, reforzando la pobreza y la desigualdad para aquellos que no pueden optar a este tipo de oportunidades. Aquí también se destaca la labor de las empresas en crear mayores oportunidades de empleo e ingresos para todos.
Lo que tampoco se debe perder de vista es la forma en la que se hace y se hará en los próximos años la transición hacia una economía verde/ descarbonizada. La creciente concienciación medioambiental ha sacado a la luz que no todo el mundo tiene el mismo acceso a espacios habitables no contaminados. Prueba de ello es que el 8 de octubre de 2021, países de todo el mundo lograron ponerse de acuerdo sobre el hecho de que un medio ambiente limpio, seguro y saludable es un derecho humano básico. Dentro de la justicia climática, entra también una transición inclusiva y que no se haga en detrimento de ciertas partes de la población. Aquí quiero subrayar que las minorías y las personas con menos recursos no deben cargar con las deficiencias del sistema, como muestran los conceptos de racismo medioambiental y de geografías tóxicas. El medioambiente no puede ser un privilegio para unos pocos.
Sin justicia social no hay cohesión, y eso es algo terriblemente triste. No hay manera de construir buenas bases para la sociedad sin equidad, sin tener en cuenta las diferencias de oportunidades. La injusticia solo crea brechas, dolor y sufrimiento; y cuando esto ocurre se pierde el potencial de su gente. Así que es importante luchar por un futuro sin desigualdades.