Mundo interconectado, mundo fragmentado. Hoy más que nunca la creación de confianza es el desafío… y es también el camino.
El título de este post ilustra lo que sucede hoy entre las organizaciones y las personas. Así lo definieron en el Trust Barometer de Edelman, presentado en el Foro Económico de Davos el pasado enero, refiriéndose a la “disolución” de la confianza en todas las instituciones, alcanzando los niveles mínimos de 2009.
Mucho se debatió en Davos, pero lo que sorprendió fue oír en este entorno voces de economistas como Margareta Drzeniek-Hanouz apelando a que los líderes sean más colaborativos que competitivos. Frente a los grandes conflictos internacionales y los riesgos que presentan, se empieza a comprender que la cooperación es la mejor forma de vivir y de recuperar esa confianza perdida… ¿será una realidad?
Este año la presidenta de Oxfam Internacional, Winnie Byanyima, participó en el Foro con un mensaje claro para los líderes políticos y la élite económica que congrega este evento “Es hora de cambiar las reglas y asegurar que las grandes empresas paguen la parte justa que les corresponde en los países en los que realizan su negocio. Si no, la desigualdad seguirá creciendo y las sociedades empobreciéndose”
Ricos más ricos, pobres más pobres. La desigualdad en el mundo sigue aumentando y para el 2016 Oxfam se prevé que el 1% más rico de la población mundial podría acumular tanta riqueza como el resto del planeta. 70 millones de personas frente a 7.000 millones. En este contexto parece natural que desparezca la confianza en las organizaciones.
Como contrapartida, la Economía del Bien Común promueve una economía social con menor desigualdad, respondiendo a los valores que cada vez más personas buscan. El modelo plantea resolver estas contradicciones cambiando las dos principales reglas que guían el comportamiento de los actores económicos – afán de lucro y competencia – por otras dos: contribución al bien común y cooperación. Así lo explica Christian Felber, Autor del libro Economía del Bien Común.
Desde todos los ámbitos este discurso tiene eco. Es necesario evolucionar hacia nuevas formas de convivencia, nuevas formas de hacer y de distribuir. Esa es la única vía para recuperar la confianza entre personas e instituciones. La desigualdad no es irreversible, depende de una decisión en todos los niveles. Nos preguntamos ¿Qué modelo escoge cada uno en su día a día? ¿Qué modelo promueven las empresas, las organizaciones? Sin dudas, la responsabilidad es individual y colectiva pero, como dice el proverbio, “Quien tiene más poder, tiene mayor responsabilidad”.
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