Este soleado martes madrileño tenemos la oportunidad de tener aquí, en Diario Responsable, a una veterana de la Responsabilidad Social de las Empresas en España. Se trata de quien fuera durante siete años directora del departamento de RSE de la Fundación Carolina, Isabel Roser, que además es autora de la Guía de RSE en PYMES y que recientemente ha sido profesora del curso de formación activa sobre RSE en PYMES en Diario Responsable.
Hoy vamos a hablar de un interesante proyecto de aproximación sectorial a la RSE por parte de la industria siderúrgica, y concretamente de la marca Sostenibilidad Siderúrgica, en la que Vd. está involucrada.
d_r.- ¿Qué es la marca Sostenibilidad Siderúrgica?.
Isabel Roser.-Es una acreditación que concede AENOR a las fábricas de la industria siderúrgica que la solicitan a la Asociación Calidad Siderúrgica para poder mejorar continuamente sus procesos de negocio relacionados con la Responsabilidad Social, y donde se valorizan y reconocen expresamente los esfuerzos que está haciendo la industria siderúrgica para mejorar continuamente sus impactos sociales y medioambientales.
d_r.- Concretamente, ¿qué es lo que se mide?
IR.- A través de un sistema de indicadores y subindicadores se mide cómo se está impactando en la sociedad, a través de los aspectos sociales y medioambientales, y también en los económicos. Se concede una acreditación que se renueva anualmente, valorizando cómo la empresa está mejorando y reduciendo los riesgos sociales y medioambientales.
d_r.- Y ¿cuáles son los objetivos concretos que persigue?
IR.- Dar visibilidad a los esfuerzos que hace el sector en mejorar su calidad y su excelencia y competir en producto y servicio a nivel nacional e internacional, diferenciándose por otros atributos aparte del precio, que tengan que ver con valores añadidos en innovación y excelencia, gracias a garantías en trazabilidad de impacto positivo en aspectos sociales y medioambientales. Es decir, poder ofrecer un producto excelente porque tiene unas garantías de trazabilidad en todos sus atributos de cadena de valor.
d_r.- Entonces ¿qué hay que hacer para obtener esta marca en sostenibilidad?
IR.- Pues como cualquier herramienta de autoregulación. Las fábricas (porque se concede por fábricas) solicitan la concesión de la marca a la Asociación Calidad Siderúrgica que tiene la propiedad de la marca. Se les asesora en la implantación de la Norma de Sostenibilidad Siderúrgica y para poder solicitar la auditoría del Sistema de Sostenibilidad se deben tener implantados y certificados determinados sistemas de gestión. Es decir, es una marca con mucho rigor, porque la sustenta no sólo el cumplimiento de un checklist de indicadores, sino que se deben cumplir y acreditar otros sistemas de gestión relacionados con la calidad, el medioambiente y los aspectos sociolaborales, y después la marca Siderúrgica ha añadido una serie de indicadores muy particularizados a la industria del sector.
Todos conocemos la ISO 14000 y OHSAS en relación a lo laboral, y son generalistas con respecto a aspectos sociolaborales y medioambientales. Lo que hace la marca es añadir toda una batería de indicadores y subindicadores que dan ese toque y ese enfoque más sectorial, al descender más a las problemáticas del sector. Y luego, cuando la empresa considera que está preparada, pasa una auditoría del sistema con un grupo de consultores acreditados por la marca, y el informe de auditoría se pasa a un comité regulador de la marca, al que tengo el honor de pertenecer.
d_r.- Y, además de Vd, ¿quiénes forman parte de ese comité, y qué funciones tiene?
IR.- El comité regulador de la marca lo forman nueve expertos en Responsabilidad Social, expertos reconocidos en sistemas de excelencia y pioneros en materia de innovación y calidad en el sector. Nosotros valoramos los informes de auditoría de acuerdo a unas valoraciones de notas de corte, y en función de ello hacemos unas observaciones: por una parte conceder o no la marca, y en caso de no concederla, observaciones para permitir presentarse en otra oportunidad a la obtención de la marca.
He de decir que una cosa que me ha sorprendido mucho es que, si bien podemos tener la imagen de que el sector español está muy atomizado y representado por empresas familiares, ha hecho un gran esfuerzo en posicionarse en estos sistemas de calidad y excelencia de la gestión para poder competir en mercados internacionales, no sólo por precio sino con atributos de calidad.
d_r.-Y, ya volviendo un poco a la Responsabilidad Social en Hispanoamérica, ¿cuál es su visión de la RSE en el contexto actual de crisis en el que nos encontramos?
IR.-Como ha dicho al principio, soy una veterana… yo diría más bien que soy una adicta vocacional de la Responsabilidad Social desde hace muchos años. Creo que el modelo de gestión organizacional de la Responsabilidad Social es el necesario para las decisiones holísticas que hay que tomar en este momento, donde no puede considerarse las decisiones en un solo ámbito de impacto, sino que deben considerarse en una integridad de impactos, y creo que por una parte en este contexto de crisis, y ya lo han dicho muchos, no sólo yo, si hubiésemos apostado más por la Responsabilidad Social, es decir, si muchos aspectos relacionados con la transparencia y el buen gobierno hubieran estado mejor controlados o mejor “normatizados” no nos veríamos en éstas.
Por otra parte, creo que en estos momentos, como dijo ya Ramón Jáuregui, la Responsabilidad Social nos hace mejores, y sólo se salvarán los mejores, con lo que creo que en estos momentos la RS está siendo para las empresas un elemento de fortaleza de sus negocios, porque hay una gran crisis de confianza, y tener una buena Responsabilidad Social y apostar por elementos como la transparencia o el buen gobierno aumentará la confianza en las instituciones o las organizaciones en general. Además, si en España o en otros países de la UE está un poco agotado el mercado para crecer, o las perspectivas de crecimiento son muy bajas, en otras latitudes no lo son tanto, pero ya las exigencias para operar en esos países no se limitan, siendo importante, a la pura inversión económica, sino que ha de tener otros valores añadidos, no importando sólo las empresas por el volumen de su inversión económica sino por su impacto y transformación social y medioambiental. Y también creo que hay unos desafíos globales que precisan de decisores globales con capacidad de actuación local, y esa aproximación desde la RS lo permite y creo que es en estos momentos una oportunidad el tener esa forma de ver la gestión de las organizaciones.