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Cada día, sin darnos cuenta, consumimos pequeñas partículas de plástico que están presentes en el agua, los alimentos y el aire. Estos microplásticos han invadido el medio ambiente y, ahora, también nuestros cuerpos. Su impacto es tan alarmante que la ciencia ya los vincula con daños a la salud humana. ¿Cómo llegaron hasta aquí y qué podemos hacer al respecto?
¿Qué son los microplásticos y por qué son peligrosos?

 

La Dra. Ana Itzel Zárate y el Dr. Luis Alberto Romero Cano, investigadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), han estudiado este fenómeno y alertan sobre los peligros que representan los microplásticos. Según sus investigaciones, cada año se producen aproximadamente 300 millones de toneladas de plástico, de las cuales solo un pequeño porcentaje se recicla, mientras que el resto se acumula en el ambiente y se degrada en fragmentos diminutos.

La Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) define los microplásticos como partículas plásticas de entre 1 nanómetro y 5 milímetros. Para tener una idea de su tamaño, basta con compararlos con el grosor de un cabello humano, que mide entre 15 y 170 nanómetros. Esta reducida dimensión les permite dispersarse fácilmente en los ecosistemas acuáticos y terrestres.

Investigaciones han detectado estas partículas en el agua potable, en diversas especies de peces e incluso en alimentos como la miel y el azúcar, que pueden contener hasta 32 fragmentos por kilogramo. En el agua embotellada se han hallado hasta 241 partículas por litro. Esto evidencia que los microplásticos han llegado a la cadena alimenticia y, por lo tanto, al organismo humano.

Los efectos de los microplásticos en los seres vivos han sido ampliamente estudiados. Se ha comprobado que en peces pueden inducir estrés oxidativo, alteraciones en el metabolismo y daño celular. En humanos, el impacto depende del tamaño de las partículas: aquellas menores a 10 µm pueden ingresar en las células, mientras que las mayores a 150 µm no se absorben, pero pueden desencadenar inflamación intestinal y afectar el sistema inmunológico.

Además, los microplásticos contienen sustancias tóxicas como el cloruro de vinilo, la acrilamida, los estirenos y el bisfenol A, todas ellas catalogadas como peligrosas para la salud debido a su potencial carcinogénico y su capacidad de afectar el sistema nervioso y reproductivo.

La Dra. Ana Itzel Zárate destaca la importancia de tomar medidas urgentes para reducir la contaminación por microplásticos. Entre las acciones que podemos adoptar están la reducción del consumo de plásticos de un solo uso, el fomento del reciclaje y la elección de productos biodegradables. También es fundamental generar conciencia sobre el impacto ambiental del plástico y promover un consumo responsable.

El problema de los microplásticos es un desafío global, pero cada acción individual cuenta. El cambio está en nuestras manos y depende de nosotros reducir el impacto de estos materiales en nuestro planeta y en nuestra salud.

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