De cara a este 8 de marzo y desde mi perspectiva de una mujer profesionista joven, creo que la brecha más urgente a resolver es la combinación de desigualdades laborales, violencia de género y dificultades para equilibrar la vida laboral con la familiar que afecta especialmente a las mujeres. Todas estas cuestiones se entrelazan y reflejan una sociedad que aún tiene mucho camino por recorrer hacia la igualdad. Las mujeres siguen ganando menos que los hombres por el mismo trabajo y están insuficientemente representadas en posiciones de liderazgo.
Además, la violencia contra las mujeres es un problema alarmante que requiere una acción inmediata y decidida. Muchas mujeres también luchan por equilibrar sus carreras con las responsabilidades familiares, en un contexto donde las opciones de cuidado infantil y la flexibilidad laboral son insuficientes. Enfrentar estas desigualdades de manera efectiva es esencial para asegurar un futuro más igualitario y próspero para todas.