Como grandes consumidores de energía, están en el centro de las conversaciones sobre eficiencia e impacto medioambiental. Y, aunque se ha avanzado mucho con el uso de servidores energéticamente eficientes y tecnologías de virtualización para mejorar los índices de utilización, el consumo de energía sigue aumentando, y las organizaciones se enfrentan a la necesidad de respaldar el negocio en una era digital en la que la creación, la recopilación y el almacenamiento de datos siguen creciendo a un ritmo asombroso. Hacer esto al mismo tiempo que se encuentran formas de ser más sostenibles es un reto al que se enfrentan todas las organizaciones.
El informe de sostenibilidad medioambiental de 2022 elaborado por Capgemini reveló que las tecnologías de la información generan casi el 3% de todas las emisiones mundiales de dióxido de carbono, más que España, Italia, Francia y Portugal juntos. Por ello, y con vistas a lograr el objetivo de neutralidad de carbono marcado por Naciones Unidas para 2030, los centros de datos deben ser más sostenibles desde el punto de vista energético, reutilizando la energía residual, como el calor; utilizando más fuentes de energía renovables; y cambiando las infraestructuras físicas TIC poco eficientes por tecnología verde.
Hasta ahora, gran parte de la industria tecnológica y los grandes operadores de centros de datos se han centrado en el cambio a fuentes de electricidad más limpias y renovables. Y aunque éste es un aspecto importante para convertirse en una organización más sostenible, no aborda el rasgo más importante de un centro de datos ecológico: la reducción de los residuos y la optimización del uso de los recursos. La energía renovable no es el único camino hacia la sostenibilidad y no está exenta de inconvenientes.
CENTROS DE DATOS ECOLÓGICOS
En este sentido, el almacenamiento de datos mediante modernos sistemas de cinta permite acelerar la neutralidad de los data centers reduciendo su consumo energético, sus emisiones de CO2 y sus residuos electrónicos.
El consumo de energía del almacenamiento en cinta es tan sólo del 4-9% respecto al almacenamiento de en disco, ya que sólo requiere electricidad cuando se lee/escribe una cinta y no necesita de los sistemas de refrigeración y ventilación constantes que exige la tecnología de disco para su correcto funcionamiento. La naturaleza amovible de la cinta permite, además, realizar tantas copias como se desee y almacenarlas en distintas ubicaciones dentro o fuera de la librería de cintas, pudiendo archivar datos durante extensos periodos de tiempo sin consumir energía y generando un importante ahorro económico.
Además, los sistemas de almacenamiento basados en cinta logran reducir hasta un 97% las emisiones de CO2 generadas durante su ciclo de vida en comparación con soluciones equivalentes basadas en disco duro cuando la fuente de energía utilizada es el gas natural.
Teniendo en cuenta que entre el 60% y el 80% de la información almacenada en el mundo se considera inactiva, es decir, son datos que deben conservarse durante extensos periodos de tiempo por su valor, pero a los que rara vez se accede, es posible reducir drásticamente el consumo energético de los data centers y las emisiones de CO2 identificando los datos inactivos para almacenarlos en soluciones más eficientes, seguras y de menor coste por TB almacenado, como las recientes generaciones de cinta.
Se estima que, durante el periodo comprendido entre 2019 y 2030, el 57% de los datos inactivos de las compañías, que representan un 80% de la información almacenada, se migrará a cinta. Al trasladar este volumen de datos a cinta, la reducción anual de CO2 para 2030 será del 43,7%, evitando unas emisiones de carbono acumuladas de 664 millones de toneladas métricas; el equivalente a las emisiones de gases de efecto invernadero de 144 millones de turismos conducidos en un año.
Los sistemas de almacenamiento basados en cinta logran reducir, además, los residuos electrónicos en un 80%, ya que su vida útil es entre 7 y 10 veces superior a la del disco.
Resumiendo: el uso del almacenamiento en cinta, junto con la adopción de otras buenas prácticas, como el uso de energías renovables y el seguimiento de otras iniciativas orientadas a la autorregulación, las arquitecturas de nueva generación, la automatización e infraestructuras como código, la refrigeración y calefacción, la reutilización del hardware y gestión del ciclo de vida de los dispositivos, permitirá que los centros de datos sean más eficientes y respetuosos con el medioambiente para alcanzar su neutralidad.