El voluntariado romántico de antaño ha pasado, ahora hay que mirar el voluntariado de una manera más "profesional", lo pongo entre comillas, porque lo que yo llamo profesional es la acción, tu forma, que debe seguir siendo altruista y sin intereses económicos, pero no sin interés por "ganar" algo. La profesionalización todavía es un tabú para muchas organizaciones sociales y el desafío está justamente ahí. Incluso las ONG más pequeñas pueden tener una gestión más profesional, lo cual no necesariamente implica más gastos, sino más compromiso, más desarrollo y por tanto más impacto. El voluntariado debe ser visto estratégicamente, para que pueda contribuir de manera efectiva a los lineamientos de la organización y colaborar efectivamente con su crecimiento y desarrollo en los más diversos sectores.
El voluntariado, siempre y cuando se gestione y administre de manera profesional, puede ser una gran herramienta y aquí utilizo la palabra herramienta, no para colocarla como un objeto, sino como una herramienta de inteligencia, como la IA (inteligencia artificial) en este caso no artificial, cara a cara, sentimental y principalmente humana.
Hay que dejar de lado el romanticismo para sacar lo mejor de las personas y recordarles que las organizaciones sociales del mundo les estamos ofreciendo una gran oportunidad para ser mejores personas y más conscientes de su papel en la sociedad y también para poder adquirir nuevas habilidades para su vida personal y profesional. No romantizar el voluntariado es fundamental para abordar este tipo de trabajo de manera realista y efectiva, para lo cual es importante:
Mantener expectativas realistas: La romantización del voluntariado puede crear expectativas poco realistas sobre lo que implica. Las personas podrían pensar que es una experiencia siempre gratificante y que siempre se sienten bien al respecto, lo que puede llevar a la decepción cuando se enfrentan a desafíos y dificultades reales.
Reconocer la complejidad de los problemas: Al romanticizar el voluntariado, se puede minimizar la complejidad de los problemas sociales que se intentan abordar. Muchos problemas, como la pobreza, la falta de vivienda o el hambre, no se pueden resolver con una simple acción voluntaria. Comprender esta complejidad es esencial para abordar eficazmente estas cuestiones.
Evitar el paternalismo: El voluntariado no debe ser una experiencia en la que una persona "salve" a otra. La romantización puede llevar a una actitud paternalista en la que los voluntarios creen que tienen todas las respuestas y conocen las necesidades de las personas a las que están ayudando, lo que puede ser condescendiente y perjudicial.
Reconocer el trabajo duro y desafiante: El voluntariado a menudo implica un trabajo duro y desafiante. No siempre es fácil y gratificante. Puede haber situaciones emocionalmente agotadoras, físicamente exigentes o que requieran una gran cantidad de tiempo y esfuerzo. No reconocer esto puede hacer que las personas se sientan desalentadas y abandonen rápidamente.
Promover la responsabilidad y sostenibilidad: No se puede depender exclusivamente del voluntariado para abordar problemas sociales a largo plazo. La romantización del voluntariado puede llevar a una falta de responsabilidad por parte de los gobiernos y otras instituciones para abordar estos problemas de manera estructural y sostenible.
Respetar a las comunidades y las personas a las que se ayuda: La romantización puede llevar a una falta de respeto hacia las personas a las que se está ayudando, tratándolas como objetos de caridad en lugar de como individuos con sus propias voces y deseos. Es importante abordar el voluntariado desde un enfoque de respeto y empoderamiento.
Que el voluntariado sea cada día mejor para todos, porque, al fin y al cabo, esta es una relación en la que todos ganamos.