Después de haber sobrevivido a las últimas elecciones y haber conocido los resultados definitivos, se nos informa a renglón seguido que, a la vista de los resultados obtenidos, el presidente del Gobierno D. Pedro Sánchez decide disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones para el próximo día 23 de julio. Estas nuevas elecciones han de ser consideradas trascendentales para nuestro país, porque todas lo son, y en esa fecha, además, nuestro presidente ejercerá como presidente del Consejo de la Unión Europea.
Apreciamos que los resultados de las elecciones celebradas para renovar Ayuntamientos y Comunidades Autónomas han sido los deseados para unos y, para otros, aunque esperados, han resultado ser desastrosos.
El cambio que se ha producido, aunque fuera el predecible, ha dado lugar a todo tipo de comentarios en los medios de comunicación, y seguirán surgiendo, de manera normal, en los editoriales de los periódicos, así como en los programas y tertulias de televisión y radio. Por considerar, yo también, la importancia de las próximas elecciones del 23 de julio, he decidido escribir estas líneas que tienen un sentido reflexivo y podrán ayudar a la sociedad en su conjunto.
Adam Smith, filósofo y economista escoces, gran defensor de la economía de mercado manifestaba: “Los individuos son capaces de tomar decisiones racionales a pequeña escala, pero nadie tiene poder para comprender racionalmente a toda una sociedad y dirigir sus actividades”. Yo, que comparto esta acertada frase, y que no tengo interés político, económico y, menos aún, de protagonismo personal, la expongo para que el mayor número posible de personas la lean y reflexionen sobre el voto a emitir el día 23 de julio. Si efectivamente la mayoría de la población leyera y pensara con profundidad estas líneas, seguramente daríamos un gran paso para mejorar la sociedad anestesiada que tenemos.
La política es una actividad de gran relevancia para conseguir objetivos necesarios para todos los ciudadanos, pudiendo destacar la libertad, la justicia, la salud, la educación, la economía y, sobre todo, la seguridad. Con este sencillo planteamiento y viendo los desastres que se producen a diario, siempre me hago la misma pregunta, ¿qué necesitamos tener y hacer para que los objetivos deseados por todos se puedan implementar?
No es fácil responder de forma satisfactoria a la pregunta planteada, existen demasiadas trabas y demasiados intereses personales para llegar a acuerdos y soluciones aceptables, pero todos podríamos aceptar que para conseguirlo es obligado tener a los mejores dirigentes posibles. Además, para poder valorar las capacidades de estos dirigentes es muy importante que hayan demostrado su valía anteriormente, pero no en el partido, en las manifestaciones o en actividades lúdicas, sino en trabajos realizados, donde se podría valorar su grado de responsabilidad. Sin embargo, más importante aún que el trabajo realizado es haber demostrado que sus ideas y forma de vida sean ejemplo para la sociedad que pretenden dirigir.
Durante muchos siglos, políticos y teóricos de la política, empezando por la Republica de Platón, pusieron el acento en el altruismo y no en el beneficio personal como la virtud fundamental que deberían tener todos a los que se les confía el poder del Estado. ¿Por qué ahora ya no se cumple con esta virtud?
En este siglo XXI no suele existir la cooperación como vía para conseguir objetivos necesarios para toda la comunidad, más bien, lo que vivimos es una competencia anti política donde cada uno expone lo que considera positivo para uno mismo y, si eso lleva a destruir al competidor mucho mejor.
Tengo la sensación de que actualmente y, cada vez más, los políticos pretenden no el poder, sino el superpoder total, para así poder dominar todas las instituciones, ya sean económicas, sociales, judiciales o educativas, y “colocar” a sus personas preferidas, amigos, familiares o quienes puedan ayudarles a mantenerse en el lugar privilegiado donde se encuentran.
Si esto es así, y siguiendo con esta reflexión que intento trasmitir a todos los lectores, en este mundo intercomunicado es preciso tomarse este momento electoral con gran responsabilidad y pensar quien, y porqué, es el mejor candidato. Si así lo hacemos nos sentiremos felices de haber tomado una buena decisión. Julián Marías, gran filosofo vallisoletano, seguidor de Unamuno y Ortega y Gasset, al referirse al pensar decía: “El pensar clarifica la mente y enriquece la acción a realizar. El pensamiento detenidamente y, pausadamente, hace a las personas más ricas y más prosperas. Aumenta la sustancia de los elementos que componen la mente”.
Intencionadamente no quiero alargar estas líneas, me gustaría que se tenga tiempo para pensar, evitando la manipulación por parte de candidatos que pretenden vuestro voto para seguir con sus privilegios, adquiridos con nuestros impuestos. Sobre todo, de aquellos candidatos que pretenden romper España, de los que pretenden permanecer en el cargo destruyendo instituciones relevantes y necesarias, pero especialmente, de los políticos que todo lo solucionan con subvenciones para comprar el voto, no para ayudar sino para seguir con sus privilegios.
Ante la situación que vivimos hoy en día podría ser necesario que el partido ganador consiguiera mayoría absoluta para modificar la Constitución, ya que los políticos no son capaces de llegar a acuerdos básicos y necesarios para resolver muchos de los problemas que padecemos desde hace ya bastantes años.
En mi opinión, los votos de todos los españoles han de tener el mismo valor, lo que significa que cualquier ciudadano, independientemente del lugar en el que resida, debe colaborar con su esfuerzo a una sociedad más justa, para lo cual es necesario que las reglas sean iguales para todos. Si esto fuera así, podríamos conseguir que desaparecieran gran número de políticos innecesarios. Con este objetivo cumplido, y con el dinero ahorrado, se podrían desarrollar los estudios y las acciones necesarias para conseguir ese mundo mejor, tan deseado, y no promover más la masa destructiva.
No sé, si algunos o muchos, considerarán esta reflexión como una utopía, si es así, les recomiendo que lean un libro de Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo, titulado: “Las palabras andantes” y del que aporto esta última cita:
“Está en el horizonte... camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se aleja diez pasos más. Por mucho que camine nunca la alcanzaré”.
¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso: para caminar.
¡¡Queridos lectores, pensemos y caminemos en la buena dirección!!