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El poder transformador de las fundaciones comunitarias

Entre los recuerdos de historias y cuentos que forman la memoria de nuestra infancia, seguro que compartimos -con mayor o menor detalle- la fábula en la que unos hijos buscan en el huerto de su casa el tesoro que su padre les ha prometido como herencia. Lo trabajan, lo cavan y fruto de ese esfuerzo el huerto florece y les da el verdadero tesoro: los frutos que da esa tierra cuidada. Esta fábula, y seguro que otras historias similares, podría ilustrar la esencia de lo que son las Fundaciones Comunitarias: una herramienta para cuidar, trabajar en y por un lugar y extraer esos frutos para, eso sí, compartirlos con la comunidad de ese territorio.

En España nos sumamos al movimiento global de fomento y creación de Fundaciones Comunitarias a la vez que países como Chile, Perú, Rumanía o Kenia cuando en  el mundo existen unas 2000; Alemania tiene 400, Italia algo más de 70, el Reino Unido 40. En España existen ocho, tres de ellas creadas en el último año, y desde la Asociación Española de Fundaciones tenemos el objetivo de conseguir 40 en 10 años. De ahí nuestro Programa de apoyo a la creación de Fundaciones Comunitarias que se encuentra actualmente en su cuarta edición. Hay que tener en cuenta que, en general, el sector fundacional genera  en torno a 589.000 puestos de trabajo  y su impacto económico se estima en 27.000 millones de euros, por lo que contribuir a la creación de nuevas modalidades de fundaciones redunda en una mejora económica general en todos los ámbitos. 

¿Por qué este tipo de fundación y por qué ahora?

Una Fundación Comunitaria es un tipo de organización no lucrativa  que sirve para canalizar recursos como tiempo, talento, diferentes activos o recursos económicos. Es decir, todo lo que se podría englobar con la palabra “solidaridad” o “filantropía” y canalizarlo para mejorar la vida de las personas en un territorio determinado. En definitiva, organizaciones no lucrativas que tienen la finalidad de fortalecer y mejorar la vida de las personas de la comunidad en la que trabajan –pueblos, comarcas, pequeñas ciudades o barrios– concediendo apoyo independiente y estable, financiero a la comunidad para abordar sus necesidades o las iniciativas de interés común.

Esta fundaciones, iniciativa de la Asociación Española de Fundaciones, se constituyen al amparo de la ley de Fundaciones en España, como las 10.511 que existen, y tienen algunas particularidades como el hecho de que actúan en un ámbito territorial determinado identificando los recursos que existen en esa comunidad y canalizándolos de manera muy estratégica. Además, son capaces de escuchar las necesidades de su comunidad y, a partir de identificar esa situación, establecer conexiones entre los actores que ya operan en un lugar -organizaciones, empresas, personas- y ayudan a que esos recursos, que ya existen en la comunidad, se usen para resolver necesidades. Por otra parte, no son fundaciones temáticas sino que se abren a cuestiones que son prioritarias en un territorio y pueden ser variadas.

Desde esas particularidades, son entidades muy interesantes para abordar problemas de manera global, ya que pueden participar personas físicas, asociaciones, fundaciones, empresas y/o entidades empresariales privadas o de la economía social -y excepcionalmente entidades públicas-, que deseen promover y constituir una Fundación Comunitaria, es decir, una organización privada, no lucrativa.

Precisamente esta suma de los diferentes que se complementan es donde radica su poder transformador ya que cada día somos más conscientes de cómo todo está interrelacionado: el cambio climático afecta a una producción agrícola, esto a un sector económico, esto a puestos de trabajo, esto al vaciado del mundo rural y por tanto a la desaparición de recursos sociales…Representan el cambio de mentalidad por el que se puede pasar de la lógica de las necesidades a la lógica de las oportunidades. 

Un ejemplo perfecto lo ilustra la Fundació Horta Sud, creada en 1972 en una comarca valenciana homónima, con el objetivo de fortalecer la sociedad civil de la zona para hacer frente al proceso de transición democrática que se vivió en España, a través de la promoción del tejido asociativo de la comarca. En sus 50 años de historia, la Fundación Comunitaria Horta Sud ha propiciado un proceso de desarrollo y transformación social y económico a través de sus programas, entre los que destaca la convocatoria de Ayudas a Proyectos Que Cambian El Mundo, que en sus 29 ediciones ha repartido ayudas por valor de 313.670 €, repartidos entre 195 proyectos y más de 905 entidades subvencionadas.

Este tipo de Fundaciones son democratizadoras de la filantropía porque demuestran que todos podemos aportar y ser donantes, porque una persona que quiera participar en la mejora de su territorio -porque ama el lugar en el que vive y quiere participar a través de una Fundación Comunitaria-, puede aportar en función de su capacidad económica. Además, canalizan la responsabilidad social de las empresas que quieren aportar al lugar en el que desarrollan su actividad y estas fundaciones son ese tipo de canal. Por último, permiten la colaboración desde la “diáspora”, ya que a veces quienes participan no están físicamente en ese lugar pero es la manera de aportar a esa tierra en la que nacieron desde la distancia. 

Al igual que el huerto de la fábula con la que empezábamos, esta herramienta nos permite reencontrar los frutos que muchas veces están esperando a brotar a través de la mirada de quien sabe ver lo que no siempre está a simple vista.

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