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A partir de una extensa experiencia en estos oficios, llegamos a registrar un sinnúmero de mitos que se tejen alrededor de las Compras Inclusivas. Este artículo, pretende ser un aporte para aterrizar al mundo real y evitar que esos mitos confundan a los tomadores de decisiones empresariales. 

El primer paso que toda empresa que quiere comenzar un proceso de compras inclusivas debe adoptar es el de entender que no podrá replicar el proceso de compras y abastecimiento tradicional. Resulta un requisito esencial, estar abierto a generar un proceso alternativo con características diferenciales y estar dispuesto a pasar de extensos plazos de pago a cortos períodos y en muchos casos, asumir adelantos financieros que viabilicen la producción del proveedor inclusivo. En otros casos, la empresa compradora deberá asimismo involucrarse con la producción del bien o servicio demandado,para asegurar no sólo la calidad esperada sino también que el flujo de provisión se garantice a través de una gestión eficiente del proveedor inclusivo. Esta gestión eficiente no sólo debe garantizar acceso a un precio adecuado sino también a promover una rentabilidad del proveedor inclusivo a fin de asegurar la sostenibilidad de su actividad, y por ende, la continuidad en el flujo de aprovisionamiento. En muchos casos, la escala de provisión requerirá la asociatividad de varios proveedores inclusivos. Allí, un factor clave es la trazabilidad de procesos a fin de garantizar la uniformidad en los atributos y calidades de los productos o servicios requeridos. 

En cuanto a cómo estas prácticas deben integrarse con la gestión empresarial ya en curso, no hay un modelo único. El involucramiento de compras o abastecimiento es obvio, pero se deberá interactuar con otras áreas internas a fin de asegurar el cumplimiento de las pautas que ya comentamos. Hay organizaciones sociales que capacitan a proveedores inclusivos para que mejoren sus capacidades en los oficios que desarrollan. Pero también la misma empresa compradora puede transferir buena parte del saber hacer al proveedor inclusivo de manera de “desarrollarlo a su medida”, y esto lo podría hacer con equipo propio o con organizaciones privadas especializadas.

Es obvio, que la escala o volumen de compra permite absorber de manera más eficiente los costos fijos de cualquier proveedor, y estas variables son esenciales para la viabilidad de cualquier negocio. Por lo que todo abordaje de Compras Inclusivas requiere de un enfoque filosófico previo, explicitar públicamente por qué la empresa compradora emprende este camino, cuáles son sus motivaciones profundas. A partir de estas definiciones estratégicas, se avanza en el recorte de enfoque. Hay empresas que deciden focalizar en proveedores inclusivos basados en género, otros en discapacidad, otros en adultos mayores y otros en jóvenes desocupados en condiciones vulnerables. Resulta importante entender que si el enfoque de público objetivo es muy restrictivo, la competitividad se reducirá significativamente por las limitaciones de la oferta. También se deberá tomar en cuenta la localización de los proveedores inclusivos ya que estas iniciativas bien pueden ser entendidas como estrategias de Desarrollo Local. Estas elecciones son una primer aproximación, luego habrá que valorar aspectos de trayectoria, cultura de cumplimiento, eficiencia en la conducción, etc., para llegar a analizar cuestiones vinculadas a productos o servicios, precios, calidades, volúmenes, plazos de entrega, plazos de pago o adelantos, etc..

En cuanto a cómo medir el impacto en estas iniciativas, hay una discusión aún no resuelta. Se habla mucho de ello, pero en la mayoría de los casos se confunde con la medición de resultados y un resultado puede darse por la confluencia de numerosas variables, muchas de ellas, ajenas al proyecto que se está midiendo. Allí hay técnicas para aislar dichas variables, pero no todas son de probada eficacia. En relación a este tema, las empresas están entendiendo que la manera de medir proyectos sociales debe abordarse con lógicas que no necesariamente responden a la manera tradicional de medir proyectos económicos en los cuales, las métricas matemáticas son excluyentes. Por ejemplo, yo desaconsejaría a una empresa a desarrollar un plan de Compras Inclusiva si su motivación es reducir costos. Para eso está el mercado. 

En relación a posibles beneficios de su implementación, una iniciativa bien implementada, puede promover:

  • Alternativas de provisión por posibles interrupciones de proveedores tradicionales,
  • Desarrollo de productos o servicios “a medida”, que nadie quiere o sabe abastecer,
  • Compromiso y sentido de pertenencia en colaboradores internos que tienen sensibilidad social,
  • Acciones público privadas destinadas a desarrollar a proveedores,
  • Licencia Social para Operar, es decir, un crédito reputacional basado en invertir en el desarrollo de proveedores inclusivos de la localidad próxima donde opera la empresa compradora.

La esencia misma de incursionar en Compras Inclusivas no es el ahorro ni la eficiencia, sino desarrollar una estrategia de integración con la comunidad que exceda el mero hecho de dar algo sin pedir más que reconocimiento. Se trata de tejer alianzas de desarrollo productivo local que redunde en la mejora de la sociedad de proximidad y la gestión adecuada de una licencia social para operar que aporte mayor sostenibilidad al negocio.

En este artículo se habla de:
Opinióncompras inclusivasDesarrollo Local

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