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La revolución industrial es el punto de inflexión de lo que llamamos ‘progreso’. Con ella empieza la automatización, los procesos en cadena, la producción masiva, el consumo…, y también la contaminación del aire, del agua, y en general del medioambiente. Más de dos siglos ‘ensuciando’ a ritmos cada vez mayores sin ser del todo conscientes de ello. Afortunadamente, la sostenibilidad empresarial hoy día no es una moda, sino una obligación de todos los sectores para, aun mirando hacia adelante y hacia el crecimiento económico de los países, ser más responsables. Y aunque es cierto que somos una mayoría los que luchamos por ello avanzando de forma continuada en los últimos años, aún queda mucho recorrido. 

En el sector de la industria alimentaria, sin ir más lejos se empiezan a ver cada vez más tendencias -impulsadas por la demanda del consumidor, que hoy es mucho más consciente y responsable- para introducir la producción ecológica, la distribución de proximidad para evitar emisiones innecesarias, el marketing ‘verde’ y la gestión eficiente los residuos. Sin embargo, pocas veces se tiene en cuenta que también todas las empresas auxiliares de la cadena de suministro son piezas muy importantes en el camino hacia la sostenibilidad. Entra en juego lo más obvio: incorporar un transporte más verde, con energías limpias como la eléctrica, y reducir los trayectos en vacío para aumentar la eficiencia energética; pero también variables como la gestión de la carga dentro de los vehículos pueden marcar la diferencia, así como la utilización de los embalajes reutilizables para el transporte.

El vidrio abraza al plástico

El vidrio alimentario, sector que no ha dejado de crecer en la última década y que tampoco ha dejado de apostar por la sostenibilidad y la economía circular, es uno de los que más promueve iniciativas propias y ajenas de responsabilidad medioambiental. Hablamos en este caso del transporte desde las vidrieras a las plantas embotelladoras y posteriormente a los puntos de venta. Para ello se necesita un sistema de embalaje para el transporte (como intercaladores y top-caps/top-frames) que, tradicionalmente, han sido de cartón o plástico. ¿Cuál dirían que es más eficiente medioambientalmente hablando? Tal vez se equivoquen: la respuesta es el de plástico reutilizable y reciclable que es, además, el material mayoritario y preferido para este uso hoy día.

Es cierto que el plástico puede tener ‘mala fama’ sostenible, porque gran parte de los desechos no biodegradables que contaminan mares y ríos en nuestro tiempo están compuestos de este material. Por eso es importante que sea reciclado (utilizando el plástico que ya hay y que no somos capaces de destruir de manera eficaz), también reutilizable (mientras más usos, menos procesos de fabricación, destrucción y recuperación serán necesarios) y finalmente reparable. Las conocidas tres R’s. No solo eso, la eficiencia también es seguridad e higiene y, si hablamos de la industria alimentaria (así como la farmacéutica y la cosmética), son valores que no podemos pasar por alto -un sistema de embalaje de plástico no desprende partículas de ningún tipo, no se deteriora ni se rompe fácilmente, ¡y se puede lavar e higienizar!-.

 

Es un modelo claro de economía circular en el que, contando con los procesos de limpieza, higienización y reciclado adecuados, frente a un solo uso del cartón (estos intercaladores de plástico pueden tener más de veinte usos, durante los siete años de vida útil promedio), estaremos ‘ahorrando’ plástico al planeta al mismo tiempo que aprovechamos al máximo la eficacia de este material. Más aún, las emisiones de carbono de este tipo de embalajes reutilizables pueden reducirse, respecto al cartón, en un 50,96%, disminuyendo el consumo de agua en un 78,8% y las emisiones de SO2 (potencial de acidificación) en un 52,9% en toda la vida útil del intercalador.

 

A todo ello debemos sumarle, como factor sostenible, el modelo de gestión. Si el producto es reutilizable, ¿realmente necesita el usuario tenerlo en propiedad? Eso supondría añadir a su negocio (y a cada negocio del sector) un área de recogida, limpieza y puesta en circulación de esos materiales en cada rotación. Así que, zapatero a tus zapatos. Si cada uno hace lo que mejor sabe hacer, la cadena será tan fuerte como lo son todos sus eslabones. El outsourcing es la clave que ya se está aplicando en cada vez más áreas de la industria como esta.

Somos la Generación de la Restauración de Ecosistemas, así reza el lema del Día Mundial del Medio Ambiente este año, y como tal tenemos la responsabilidad y la obligación de gestionar nuestra vida, nuestro ocio y, sobre todo, nuestras empresas, de manera más eficiente y sostenible. Ha pasado la época de contaminar y dejar a nuestro paso montañas de basura incontrolable e indestructible; y ha llegado el momento de reciclar, reparar y reutilizar. En todo. Y debemos ser responsables y conscientes a cada paso que damos. Nos va en ello nuestro futuro y el de nuestros hijos.

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Opinión#EspecialMedioAmbiente2021

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