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Nuestro gran filósofo José Ortega y Gasset publicó en 1921 su obra “España invertebrada”, donde hacía una descripción y análisis de lo que era España en aquella época. Retomando la lectura de este gran ensayo percibimos que hay muchas cosas que no han cambiado.

Permitidme que cite literalmente algunas frases de su libro, con las que intentaré hacer un comentario, lo más preciso posible, sobre la España actual.

1.- “La historia de cualquier nación, y sobre todo de la nación latina, es un vasto sistema de incorporación. Es falso suponer que la unidad nacional se funda en la unidad de sangre, y viceversa”.

2.- “Cuando un loco o un imbécil se convence de algo, no se da por convencido él solo, sino que, al mismo tiempo, cree que están convencidos todos los demás mortales”.

3.- “Catalanismo y bizcaitarrismo no son síntomas alarmantes por lo que en ellos hay de positivo y peculiar, la afirmación nacionalista, sino por lo que hay en ellos de negativo y común al gran movimiento de desintegración que empuja la vida de toda España”.

4.- “Donde no hay una minoría que actúe sobre una masa colectiva, y una masa que sabe aceptar el influjo de la minoría, no hay sociedad, o se está muy cerca de que no la haya. Antes de ser justa una sociedad tiene que estar sana”.

5.- “La acción reciproca entre masa y minoría selecta que es, a mi juicio, el hecho básico de toda sociedad y el agente de su evolución hacia el bien como hacia el mal”.

6.- “Cuando un pueblo se arrastra por los siglos gravemente valetudinario, es siempre porque faltan en él hombres ejemplares, o porque las masas son indóciles, o, ambas cosas”.

7.- “Un pueblo que por una perversión de sus afectos da en odiar a toda individualidad selecta y ejemplar, por el mero hecho de serlo, y siguiendo vulgo y masa se juzga apto para prescindir de guías y regirse por sí mismo en sus ideas y en su política, en su moral y en sus gustos, causará irremediablemente su propia degeneración”.

8.- “Si España quiere corregir su suerte, lanzarse de nuevo a una ascensión histórica, gloriosamente impulsada por la gigantesca voluntad de futuro, tiene que curar en lo más hondo de sí misma esa radical perversión de los instintos sociales”.  

Estas frases seleccionadas, aunque podría haber escogido más, pueden ayudar a reflexionar sobre la situación que vivimos en España. Situación no muy diferente a la que viven otras naciones de nuestro entorno, e incluso situaciones semejantes a naciones más distantes, ya sea desde un aspecto ideológico, político, económico o geográfico.

Es posible que algunos puedan considerar poco acertado hacer una comparación de España habiendo transcurrido cien años. Sin duda han sido grandes los cambios producidos durante este tiempo en muchos aspectos: tecnológicos, de posicionamiento, e incluso, de vulgaridad. Es cierto que la situación económica, social y tecnológica es mucho mejor actualmente, sin embargo, el español medio como persona ha evolucionado muy poco. Así se puede confirmar la expresión del filósofo Baruch Spinoza, “el conocimiento se da en función de la vida y no la vida en función del conocimiento”.  

Actualmente, tenemos la sensación de que el mundo se ha hecho pequeño y de que hay un interés desmesurado para conseguir una situación de privilegio o, más bien de dominio. Interés por imponer ideologías y sistemas que reporten beneficios, no solo económicos, sino apoyos estratégicos, de seguridad y de control. La realidad es que, a los dirigentes políticos, a nivel mundial, parece importarles muy poco la situación de los ciudadanos. Están interesados en su situación personal, favoreciendo, si así les puede resultar positivo, las posturas extremas, los independentismos, los populismos, las sectas, las ideologías feministas radicales, los adoctrinamientos LGBTI, o cualquier otra formación, sea o no pacífica.  Por poner algún ejemplo, véanse los desastres ocurridos por salvajismo en Cataluña con la encarcelación del rapero Pablo Hasél, promovido por los propios partidos independistas, o las actuaciones asesinas de la banda ETA en Euskadi, afortunadamente ya pasadas, para conseguir el poder.

Ciudadanos españoles, ciudadanos del mundo, necesitamos la voluntad necesaria para ir a las cosas mismas. Empecemos por conocer aquello que estaba, o está, oculto para la mayoría, dejemos los tópicos y lleguemos a la esencia del fenómeno. Esto no es otra cosa que adoptar una actitud diferente, que podría estar inspirada en la fenomenología (movimiento filosófico fundado en los primeros años del siglo XX por Edmund Husserl).

El mundo actual, que lo percibimos más pequeño como decía anteriormente, es cada vez más incierto: guerras, superpoblación, cambio climático, pandemias, catástrofes, destrucción de especies, diferencias económicas enormes entre ciudadanos y naciones, etc. Pero no todo es negativo, también tenemos entre otras cosas grandes capacidades tecnológicas que, utilizadas correctamente, ayudarían a minorar todos los desastres citados. Este conocimiento tecnológico contribuiría a conseguir progreso económico y social si se priorizan, sobre cualquier otra variable, la libertad, la justicia y la paz.

Necesitamos tomar el “instante del combate” que, como definió Soren Kierkegaard, es el instante de la acción responsable, que dé a la vida toda su gravedad o seriedad, la capacidad de optar, sin falsas síntesis hegelianas. (La dialéctica hegeliana consiste en establecer una “tesis”, su contrario una “antítesis” y su resolución es una “síntesis”. A cada afirmación de algo le corresponde su respectiva negación y al choque entre ambos, una solución o conclusión que posteriormente se convierte en otra tesis, y así sucesivamente).

Necesitamos un estado ético que proporcione la seriedad citada, oponiéndonos a la banalidad en las decisiones, evitando la desidia, la rutina y el tedio, sea o no sea existencial.

Necesitamos coraje para conseguir y defender la verdad y, sobre todo, sentir la obligación de decir la verdad sobre uno mismo.

 En las culturas antiguas se percibía la obligación de decir la verdad, hablar franco sin adulación, y se denominaba parrhesia (por simple evolución, ahora en castellano se denomina parresia). La noción de parrhesia era, sobre todo, una noción política, donde se profundizaba en las relaciones de poder y juego entre sujeto y verdad, derivando hacia la ética personal y la constitución del sujeto moral. Para que hubiera parrhesia era necesario decir todo sin contención y decir la verdad sin disimulo y reserva. En la actualidad, especialmente en nuestros políticos, lo que utilizan es la retórica, técnica que permite decir algo que no piensan, que tampoco saben y que, menos aún, creen. Esto, evidentemente, es lo contrario de la parresia, pero algunos nos conformaríamos si al menos hablaran con algo de conocimiento y criterio para conseguir una sociedad mejor.

 Sócrates hablaba sobre el peligro de decir la verdad, y esto parece que nuestros políticos sí que lo tienen muy asumido. Solo dicen lo que sus votantes quieren escuchar, lo que les agrada, lo que les adula. Así, los que se atreven a decir lo cierto, los que piden sacrificios, los que no dan alegrías, aunque sean falsas, con sus palabras, no serán escuchados e incluso podrán suscitar irritación. Nada mejor para confirmar esto último que tomar la pandemia que estamos viviendo como referencia y ver la reacción y los discursos de los dirigentes mundiales.

Retomando el “instante del combate” y para no alargar demasiado este artículo, quiero proponer, a grandes rasgos, las actuaciones necesarias para evitar el sufrimiento y trabajar todos por un mundo mejor. Estas actuaciones que voy a proponer, espero que también puedan dar respuesta a las frases de Ortega y Gasset señaladas al principio de este escrito.

  1. La superpoblación, la tecnología digital y la facilidad de movilidad en el mundo nos obliga a considerar que tenemos que convivir con personas y culturas diferentes. A todas ellas les debemos exigir cumplir con las leyes que tenemos, con respeto y ética.
  2. Las redes sociales, los programas basura de la televisión y las implicaciones ideológicas de grupos interesados, aleccionan a personas sin criterio, siempre pensando en su propio beneficio. Si los medios citados estuvieran en manos de personas capacitadas e interesadas en un mundo mejor, la situación sería extraordinariamente positiva. Desgraciadamente, en los medios citados, no hay más que insultos, mediocridades y posiciones ideológicas que destruyen la inteligencia de quienes se implican, si es que tenían algo de ella.
  3. Ortega hacía referencia al catalanismo y al bizcaitarrismo. Los que no vivimos de ello, y somos muchos, desgraciadamente ya hemos visto a donde conduce: enfrentamientos, desorden, destrucción, falta de respeto a los que piensan diferente, etc. Sin embargo, la estructura política en España, por dejación casi siempre interesada de nuestros dirigentes, se ha extendido a otras regiones, complicando constantemente la convivencia y el bien hacer. Propondría a los partidos políticos y a los ciudadanos con sentido estudiar este asunto de forma desinteresada, y corregir todo lo que ya hemos visto que no aporta nada más que sufrimiento y desastre para la mayoría, aunque sí favorezca los intereses económicos de los que lo defienden.
  4. A todos nos gustaría ser guapos, inteligentes y dotados con unas habilidades por encima de la mayoría, pero cada uno somos como somos. No pretendamos que los que no tienen conocimiento se estructuren para ser dominantes en la sociedad, aprovechándose de los votos de los ignorantes. Si esto se produce, y estamos viendo algo en este sentido, estaremos destruyendo la sociedad porque estamos enfermando sin darnos cuenta.
  5. Efectivamente, en cualquier sociedad existe una masa poco informada y una minoría preparada intelectualmente. Esta última debería estar preparada también humanamente para ponerse a la cabeza de la sociedad y, de forma responsable, conseguir una sociedad más justa, más equitativa y, por qué no, ejemplo para esa masa que no tiene esas capacidades.
  6. Siguiendo con lo anteriormente citado, podemos apreciar que los paises que han sabido resolver este asunto entre masa y privilegiados, llamémoslo así, han conseguido progreso económico, protagonismo mundial y referencia para todos los que desean seguir su ejemplo.
  7. Si no tomamos el caso anterior como ejemplo, sucede que se da un cambio en sentido contrario, degeneración de la sociedad, promovida por incapacitados, destruyendo la realidad y ajustándola a sus intereses mezquinos de poder.
  8. Efectivamente, si España quiere ser lo que fue en la época donde se hizo popular la expresión “en España no se pone el sol”, referente en todo el mundo como manifestaba Ortega, debe corregir la perversión de los instintos sociales que estamos incrementando y adaptarse a los cambios que están llegando, y que serán más acuciantes en el futuro próximo.

Los retos actuales, y los que llegarán, son claros: digitalización, cuidar la naturaleza y, sobre todo, modificación de los sistemas políticos actuales para conseguir democracias reales. El voto individual tiene que valer lo mismo para todos, tener listas abiertas y no impuestas, y que la responsabilidad no solo sea política para los dirigentes. Una cosa es ser responsable de los votos y escaños obtenidos y otra muy distinta es tener responsabilidad política por las acciones de engaño, malversación, amiguismo, etc. Estas acciones citadas y otras similares han de tener una responsabilidad jurídica. Por esto, y por otras razones, el poder judicial ha de ser independiente del político para que la democracia tenga valor.

Para terminar, quiero resaltar una característica fundamental para poder conseguir esa democracia real. Nuestro mundo digitalizado proporciona o, puede proporcionar, información detallada de la realidad, pero también puede distorsionar esa realidad en beneficio de los dirigentes sociales, económicos y políticos. Por su trascendencia, esta tarea de la digitalización realizada de manera exacta y precisa debe ser la primera y principal para cualquier democracia. Si además se hace de forma sencilla, con claridad, moderación y respeto podremos ver el futuro algo más atractivo.

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