Publicado el
La justicia social comienza por uno mismo

Al pensar en escribir este artículo sobre justicia social, rememoré conceptos unidos a colectivos, clases o igualdad entre grupos diferentes. Pero un instante después me di cuenta de que, paradójicamente, la justicia social nada tiene que ver con la “justicia” ni con lo “social”, sino con la conciencia y con lo individual.

Para comenzar, la justicia es un “invento” del ser humano: en la naturaleza, no existe tal cosa. ¿Es justo que un pájaro se coma a un gusano? ¿O que una manada de lobos se coma a un cordero? Seguro que si nos ponemos en la piel del gusano o el cordero, no veríamos la situación como “justa” (por mucho que sea necesaria para mantener el equilibrio del planeta).

Por otro lado, la justicia no es universal: las leyes que rigen y determinan qué es justo y qué no en nuestro país, nada tienen que ver lo es justo o no en otro entorno diferente (Sudán, por poner un ejemplo).

La justicia (que no es poco) simplemente nos da unas normas para convivir en mayor o menor armonía.

Es por ello que mi interpretación muy personal de la justicia social está unida a lo que realmente nos hace humanos y a nuestra capacidad de ver a los demás como seres iguales a nosotros.

Justicia social = Ser conscientes de que todos somos uno

Y es que una mayor conciencia individual hace que el conjunto tenga una mayor conciencia colectiva y esa mayor conciencia colectiva es la que hace que la justicia social sea algo natural, algo que no necesita ser forzado ni impuesto, dado que nace del corazón de cada ser humano.

Porque desde el corazón, no hay miedo, mentira, violencia o amenaza y sí amor, verdad, empatía y comprensión hacia uno mismo y hacia el otro. Ver todo desde el corazón es la semilla de la justicia social.

Con toda seguridad, los que piensan que para que unos ganen, otros han de perder, cuando menos, se mostrarán poco receptivos a este enfoque.  A estas personas me dirijo para recordarles que desnudos nacemos y desnudos moriremos. Que lo que realmente cuenta es lo que sentimos a lo largo de nuestra vida y lo que hacemos por los demás sin esperar nada a cambio. Lo que marca la diferencia es si hemos dejado el mundo un poco mejor de lo que nos lo encontramos.

Cada uno de nosotros escogemos en cada momento la manera en la que pensamos y desde ahí, la manera en la que actuamos porque, no nos equivoquemos, nuestras palabras (por inspiradoras que sean) no cambian el mundo. Nuestros hechos, sí.

Somos responsables de todas y cada una de nuestras acciones, de la manera en la que afrontamos cada situación y del impacto que generamos a nuestro alrededor.

Somos responsables, cada uno de nosotros, de vernos a nosotros mismos en cada uno de nuestros semejantes y actuar en consecuencia. Desde ahí, permíteme hacerte una pregunta:

¿Cuál de tus cualidades esenciales como ser humano (gratitud, humildad, generosidad, compasión, creatividad...) quieres mostrar al mundo en las próximas 24 horas para contribuir a una mayor justicia social?

En este artículo se habla de:
Opinióndia justicia social

¡Comparte este contenido en redes!

300x300 diario responsable
 
CURSO: Experto en Responsabilidad Social Corporativa y Gestión Sostenible
 
Advertisement
Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies