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Arquitectura saludable y justicia social

Solo hay que desplazarse desde algunas zonas céntricas a barrios periféricos de cualquier ciudad para percibir las desigualdades entre vecinos de una misma ciudad.

Cambian los paisajes urbanos, cambia la tipología de vivienda y cambia la vida en nuestro entorno. Algunas preguntas respecto a la vivienda merecen una reflexión: ¿Entra el sol en tu casa? ¿está bien ventilada y aislada? ¿Tienes terraza y buenas vistas? Son cuestiones que también podemos aplicar a otros espacios, como colegios y oficinas.

Y ¿cómo es tu barrio o tu ciudad? ¿Hay mucho ruido? ¿qué nivel de contaminación tiene? ¿Puedes llegar andando al trabajo? ¿Hay aceras amplias y accesibles?

Los confinamientos han dejado patente que el entorno importa y que necesitamos viviendas, edificios y ciudades que proporcionen calidad de vida a las personas que los habitan. Esos espacios, los más íntimos y los compartidos, influyen en nuestro bienestar y salud y definen nuestra relación con la ciudad. Son factores de justicia social.

Con esas premisas, es el momento de diseñar la ciudad del futuro, impulsando el gasto en vivienda social y planes de rehabilitación para todo tipo de edificios con el objetivo de mejorar la vida en los barrios.

Así, además de incrementar el bienestar de las personas, reducimos niveles de estrés y de contaminación y creamos empleo y riqueza para pymes y autónomos. Es un círculo virtuoso que empieza y termina en las personas.

Si queremos una sociedad más justa y sostenible, empecemos por transformar los espacios en los que pasamos el 90% de nuestra vida apostando por la arquitectura saludable.

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Opinióndia justicia social

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