Ser sostenible ya no es una opción. Las empresas y organizaciones de nuestro país parecen haberlo entendido y cada vez son más las que se van sumando a la apuesta por una estrategia de negocio que además permita aportar valor a la sociedad y al planeta. Tal vez poner en marcha un plan de acción que contribuya a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU sea lo más sencillo; lo difícil, en realidad, es cómo cuantificar el impacto que han conseguido con esas acciones, medir su repercusión no solo en la comunidad o el medio ambiente, sino también en el propio negocio.
Tanto las compañías que están obligadas por la Ley 11/2018 de información no financiera y diversidad, como las que lo hacen por propia convicción, necesitan implicar a sus equipos y defender su apuesta por el desarrollo sostenible con datos que justifiquen su estrategia y demuestren la eficacia de sus propuestas, pero en ese proceso se enfrentan a una serie de dificultades que complican el análisis de la información y retrasan la elaboración de los informes de reporting.
Principalmente, esas dificultades se deben a que una gran parte de ese proceso se realiza de forma manual, pero si las empresas pudieran contar con una herramienta tecnológica capaz de automatizar muchas de esas tareas, la labor de los profesionales encargados de gestionar la sostenibilidad de las organizaciones cambiaría notablemente, pues serían capaces de acometer de forma más eficiente los cinco retos clave a los que, a nuestro juicio, se enfrentan las empresas a la hora de medir su impacto.
En primer lugar nos encontramos con el reto de la consolidación de la información. Los datos relevantes en materia de sostenibilidad se encuentran repartidos entre diferentes departamentos (Recursos Humanos, Operaciones, Compras, Ventas, etc.). Unificar toda esa información en un mismo lugar ahorraría a los profesionales responsables una gran cantidad de horas de trabajo de recopilación manual. A través de una herramienta especializada en la gestión de la sostenibilidad, esos datos se podrían recoger de forma automática, alimentando con ellos un sistema central encargado de consolidar toda la información recopilada.
Otro desafío claro es la dificultad de evaluar la contribución y el retorno de la inversión de cada proyecto realizado, debido a la calidad de la información, que pone en entredicho su fiabilidad. La aplicación de la tecnología adecuada permitiría, sin embargo, almacenar los datos actualizados en tiempo real, detectar irregularidades e incorporar documentos y facturas que evidencien dichos datos, de manera que se incrementa la fiabilidad de la información.
El tercer reto es la parametrización y definición de KPIs. Para medir es necesario establecer una serie de parámetros, y desde luego, lo más recomendable es adoptar alguno de los estándares globales de medición de la sostenibilidad, como pueden ser GRI, SABS o IR, además de vincular el impacto a alguno de los ODS. Cuando se dispone de toda la información consolidada en una misma plataforma ajustada a estándares, es posible definir un dashboard o cuadro de mando con los KPIs que nos interesan y, automáticamente, visualizar su evolución y su adecuación a objetivos, monitorizar su impacto por sectores o áreas geográficas, etc., lo que facilita enormemente la elaboración de informes.
El cuarto reto se refiere a la carga administrativa y dotación de recursos. Las empresas dedican recursos específicos al desarrollo de toda esta actividad, que normalmente recae en el director de RSE o de Sostenibilidad, o bien en otros departamentos como el de RRHH. Cuando todo esto no está automatizado, estos profesionales dedican gran parte de su jornada a los procesos de búsqueda, consolidación y medición de los datos. Sin embargo, eximidos de esa carga administrativa pueden destinar más tiempo a la definición de las estrategias corporativas y la ejecución de proyectos, lo que se traduce en mayor productividad y más eficacia en las actividades llevadas a cabo en materia de sostenibilidad.
Por último, encontramos el reto de involucrar a los grupos de interés de la compañía (empleados, clientes, inversores, proveedores). Esta tarea no resulta sencilla y es uno de los principales hándicaps de las organizaciones. Contar con una herramienta que permita el envío segmentado y personalizado de encuestas, así como mantener una escucha social activa en redes sociales, facilitará el seguimiento de las conversaciones y el análisis de las opiniones sobre los temas sociales, ambientales y de buen gobierno, para obtener datos significativos en torno a ellos. También, solucionando el segundo reto de fiabilidad de la información, y aportando datos respaldados por evidencias, hay una mayor probabilidad de que los aspectos de sostenibilidad sean considerados en la toma de decisiones por parte del consejo.
Tener claras nuestras dificultades es el primer paso para tratar de superarlas, y la tecnología será, sin duda, el pasaporte para encontrar las soluciones a los desafíos de la medición y el reporting de la sostenibilidad. Plataformas como APlanet ya están demostrando que la automatización permite que estos profesionales puedan dedicar el mayor tiempo posible de su jornada a tareas realmente productivas, reportando un valor añadido a la estrategia corporativa.