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Todas las empresas dependen de los activos de capital natural y los servicios del ecosistema ya sea directamente o a través de sus cadenas de suministro, pero esta relación de la empresa con la biodiversidad no está suficientemente reflejada en la información no financiera.

Por primera vez en la historia de la Encuesta de percepción de riesgos globales, las preocupaciones ambientales dominan los principales riesgos a largo plazo por probabilidad. Tres de los cinco riesgos principales por impacto también son ambientales.

The Global Risks Report 2020 del Foro Económico Mundial (WEF, en inglés), sigue marcando el cambio climático como el principal riesgo económico al que nos enfrentamos. En esta edición de 2020, resaltan como su impacto está golpeando más fuerte y rápido de lo que muchos esperaban. La temperatura global está camino de aumentar al menos 3ºC a finales de siglo, el doble de lo que los expertos en clima han considerado como el límite para evitar las consecuencias económicas, sociales y ambientales graves.

El informe califica la pérdida de biodiversidad como el segundo riesgo más impactante y el tercero más probable para la próxima década. La tasa actual de extinción es de decenas a cientos de veces mayor que el promedio de los últimos 10 millones de años, y se está acelerando. La pérdida de biodiversidad tiene implicaciones críticas para la humanidad, desde el colapso de los sistemas alimentarios y sanitarios hasta la interrupción de cadenas de suministro.

El ritmo de cambio en los últimos 50 años no ha tenido precedentes en la historia humana, con incrementos extraordinarios en la producción económica mundial y la esperanza de vida. La población humana se ha duplicado, la economía global se ha multiplicado por cuatro y más de mil millones de personas han salido de la pobreza extrema. A nivel mundial, producimos más alimentos, energía y materiales que nunca. Las mejoras en el bienestar humano y los beneficios agregados del crecimiento económico durante el siglo pasado han sido impresionantes. La clase media mundial, actualmente de 3.500 millones de personas, continúa creciendo en aproximadamente 160 millones de personas al año (WEF, 2020). 

Sin embargo, este notable crecimiento y prosperidad ha tenido un alto costo para los sistemas naturales. La biodiversidad está disminuyendo a un ritmo sin precedentes, con casi 1 millón de especies en riesgo de extinción debido a la actividad humana (PNUMA, 2020). Los científicos han advertido que la selva amazónica, los arrecifes de coral del mundo y los biomas de los bosques boreales se están acercando rápidamente al momento en que la pérdida de la biodiversidad tenga efectos irreversibles en la economía, la sociedad y el bienestar.

En consecuencia, no es sorprendente que el Informe de Riesgos Globales (GRR) del Foro Económico Mundial 2020, clasifique la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas. como uno de los cinco principales riesgos en términos de probabilidad e impacto en los próximos 10 años.

El primer informe de la serie New Nature Economy Report del Foro Económico Mundial, Nature Risk Rising, destaca que la conservación de la biodiversidad proporciona ecosistemas estables, que no solo suministran alimentos, madera y sustancias para medicamentos, sino también agua limpia, suelos saludables y bienes culturales. Por lo que todas las empresas dependen de los activos de capital natural y los servicios del ecosistema, ya sea directamente o a través de sus cadenas de suministro.

En conjunto la biodiversidad proporciona 44 mil millones de valor económico (más de la mitad del PIB total del mundo) que están potencialmente en riesgo como resultado de la dependencia de las empresas de la conservación de los ecosistemas y sus servicios. La dependencia de la biodiversidad y los ecosistemas puede variar considerablemente entre diferentes industrias y sectores. Si bien el riesgo para las industrias primarias es fácil de comprender, las consecuencias para las industrias secundarias y terciarias también es significativo ya que presentan dependencia indirecta a través de sus cadenas de suministro. 

La Ley 11/2018 de información no financiera y diversidad, establece que las empresas con más de 500 trabajadores, a partir de 2021 estarán sujetas a la Ley las empresas de más de 250 trabajadores informen de las medidas tomadas para preservar o restaurar la biodiversidad o impactos causados por las actividades u operaciones en áreas protegidas.

Sin embargo, la información sobre los impactos en la biodiversidad que presentan las empresas del IBEX 35 es insuficiente de acuerdo con el último estudio realizado por el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa.

Es cierto que no todas las empresas y sectores tienen los mismos riesgos respecto a la biodiversidad, pero todas las empresas son consumidoras de productos y/o servicios por lo que de alguna forma tienen una relación de dependencia e impacto con la biodiversidad, bien en su actividad directa o en algún punto de su cadena de valor. Por tanto, incorporar la biodiversidad como aspecto material, resulta esencial para identificar los riesgos, así como aprovechar nuevas oportunidades para el desarrollo de productos y servicios. Por eso, que ninguna empresa del sector bancario informe sobre la naturaleza de los impactos significativos directos e indirectos en la biodiversidad, se considera un incumplimiento significativo de la Ley, sobre todo teniendo en cuenta su capacidad de influencia en la financiación de proyectos.

La consideración de la biodiversidad en la información no financiera de las empresas se puede calificar de mala y escasa. En sectores con clara incidencia sobre la biodiversidad, como el energético o el de la construcción, tan solo 5 empresas informan sobre la naturaleza de los impactos significativos directos e indirectos en la biodiversidad, y solo 4 informan sobre si presentan planes de acción en materia de biodiversidad con objetivos cuantificables. En el resto de los sectores que conforman el selectivo IBEX 35, esta información brilla por su ausencia, pues tan solo informan 1 empresa del sector de bienes de consumo, 1 de servicios de consumo y 1 del sector de las tecnologías y de la información y, como se apuntaba anteriormente, ninguna del sector financiero.

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