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Muchas veces hemos escuchado que en el momento en que las pymes se sumen a la responsabilidad social corporativa estaremos dando un salto exponencial a la expansión de la RSC, y lo cierto es que ahora las pymes atraviesan una etapa compleja, motivada por la Covid 19. Sin embargo, es una oportunidad para sentirnos parte del reto global, estamos afectados.

Después del caos, la historia siempre diseña la aparición de un nuevo orden, y no sé si son mis deseos más profundos, pero considero que en ese nuevo orden ha de surgir una nueva sociedad que reclame a sus Gobiernos y empresas una nueva mirada más sostenible con las personas y el planeta.

La empresa es una parte activa de la sociedad independientemente de su tamaño. Un nuevo mundo brota, y de ello se hacen eco acciones como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, impulsados por la ONU, o dentro de nuestro país -  por poner un par de ejemplos - se trabaja en la Estrategia Española de Economía Circular o el Pacto Europeo Verde.

Y… es que tenemos que tener presente que el modelo económico social del mundo, nos ha dejado ver claramente la vulnerabilidad de la humanidad, la ineficiencia de un sistema económico de resultados económicos rápidos y que además ha provocado un daño incuantificable en nuestro planeta, por no hablar del cambio climático o el gran número de países en estrés hídrico.

Esto implica cambios, acción, gestión responsable y ética. Desde lo personal a lo social, desde la producción al consumo y desde el mismo consumidor.

Antes pensábamos que en algún momento, cuando todo el tejido empresarial estuviera preparado o iniciado en la responsabilidad social corporativa, aparecería ese día X en el que todos iríamos al unísono, pero no llegaba el día,  y esta pandemia lo ha conseguido. Un reto común en el que estamos todos implicados desde nuestra salud, nuestra nueva economía, nuestra gestión empresarial y nuestras decisiones de compra, incluso todo lo negativo nos deja una lección, y este confinamiento ha calado hondo en muchas personas descubriendo que el consumo compulsivo o inconsciente en espiral no es necesario. ¿Acaso no es el comienzo también de un nuevo consumidor, de una nueva consumidora?

Es el momento de actuar por un reto común, el único que nos garantiza la durabilidad en el tiempo, precisamos empresas y consumidores conscientes y responsables. Este impás, muy probablemente, nos sirva para indagar en esa transformación a todos los que hemos visto mermada nuestra economía o la posibilidad de seguir con nuestras empresas.

Quizás ha llegado el momento de dejar de hablar de RSC o de ODS, de estrategias, indicadores y datos que a la pyme muchas veces le desbordan y mucho me temo le provoquen parálisis en incorporar un modelo tan exigente. Quizás nuestro diálogo tenga que ir más allá, más en conexión con la realidad, los retos, la persona que dirige, los valores, las necesidades comunes, los demás.

Una conexión con la humanidad que será la clave de nuestra continuidad tanto como consumidores como empresarios de esas pymes, muchas de ellas ya lideradas por personas que resuenan en valores de sostenibilidad y ética, y que simplemente han de encontrar la manera de expresarlo a través de su comunicación para estimular a sus clientes y a otras pequeñas empresas.

El nuevo paradigma ha de nacer de este momento y las pymes tienen mucho que aportar al respecto.

Trabajar en valores y potenciar la dirección sostenible hacia las personas, hace que las empresas actúen desde un lugar más humano haciéndonos conectar con nuestros propios valores traducidos en acciones, en hacer las cosas bien para llegar a un reto común y prioritario,  un planeta sano, diverso y equitativo. Ahora es el momento.

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