Así que estoy una vieja viva, lo cual es una suerte para mí y para algunas personas que me quieren. Y aprovechándome de esa suerte voy a hacer contigo algunas reflexiones sobre el hecho de ser mujer. No temas, que a pesar de lo que dicen las malas lenguas sobre los viejos no acostumbro a colocar mis historietas al primer interlocutor que tenga a mi alcance J.
Una persona vieja - por lo general y siempre que tenga dos dedos de frente - reúne un montón de experiencias de todo tipo que le ayudan a comprender mejor su forma de ser y el entorno en el que vive, la sociedad, la naturaleza y la vida en general.
Y todo ello puede ponerlo al servicio de familiares, amigos, colegas y clientes para ayudar a conseguir entre todos un mundo mejor. Además, se da la circunstancia de que cuando aporta su granito de arena se elevan sus niveles de autoestima y de bienestar, lo cual genera una espiral virtuosa para sí y para los demás. Es mi caso, afortunadamente.
Esas son las ventajas de estar vieja. ¿Y qué ventajas tiene ser mujer?
Ser mujer supone, muy a menudo y entre otras cosas:
Me he limitado a resaltar cuatro de las muchas características que nos definen, y he escogido éstas porque tienen algo en común: la capacidad de cargar con responsabilidades propias y ajenas. Conozco pocos hombres y muchas, muchísimas mujeres que lo hacen cada día como algo natural. (Aunque también conozco, obviamente, hombres magníficos y mujeres impresentables).
Y a pesar de esta carga injusta y ancestral, las mujeres somos capaces de reír, buscar el lado bueno de las cosas, disfrutar de los pequeños regalos que trae cada día, alegrarnos y alegrar la vida a muchas personas de nuestra área de influencia.
Parece ser que el binomio mujer + vejez nos convierte en seres solidarios y nos empuja a cuidar de otros, a guiar a otros, a enseñar a otros …, como si nuestra vida hasta aquí hubiese sido un ensayo general para llegar a este momento en que cooperamos activamente para que florezcan planes y proyectos de otras personas. Lo cual es una suerte para nosotras y una suerte para quienes nos rodean.
Afortunadamente, la sociedad se va concienciando cada vez más de esta realidad y cada vez es más frecuente que las mujeres viejas (que calificamos de séniores porque queda más fino) se mantengan o reintegren al mundo profesional como empleadas, emprendedoras, consultoras y otras variantes que se están generando para aprovechar todos esos tesoros que brindamos.
Lo dicho, estoy vieja. Afortunadamente.
¿Quieres leer una antigua y preciosa reflexión del gran Javier Marías?: Las mujeres son más jóvenes