Esta irrupción de la mujer en el mercado laboral ha supuesto un cambio de la realidad social y económica. Un cambio social, por cuanto la mayoría de las mujeres no entendemos el desarrollo personal sin la faceta profesional, directamente ligada al mundo laboral y esto conlleva la necesidad de intentar conciliar nuestra vida familiar y laboral para que podamos seguir desarrollando nuestras carreras profesionales sin que, por ello, se vea resentida nuestra faceta familiar. En este punto es decisiva y necesaria el apoyo de nuestras parejas, sin las cuales no podríamos hacer frente a las obligaciones en uno y otro ámbito. Esta necesidad, ha tenido una incidencia en la concepción del trabajo para los hombres, por cuanto, cada vez más tienen presente su corresponsabilidad en el ámbito familiar y su necesaria presencia en el mismo.
Asimismo, ha supuesto un cambio en la economía de nuestro país. Donde antes sólo contribuían los hombres, hoy en día contribuimos hombres y mujeres. Pero la incidencia en la economía es más llamativa en las rentas familiares, que se ven afectadas positiva y negativamente dependiendo si la mujer está en activo o en desempleo.
De acuerdo con el Informe del Mercado de Trabajo de las Mujeres Estatal, Datos 2018 publicado en abril del 2019 por el Servicio Público de Empleo Estatal, la población femenina en el 2018 ascendía a 23.826.378, lo que supone un 50,99% de la población total de España. Del total de la población femenina, nos encontramos en activo 10.641.600 mujeres y el resto son estudiantes, jubiladas, y 3.319.600 mujeres se dedican a las labores del hogar. Comparando estos datos con los recogidos para el año 2000, por el INE en su Monografía Mujeres y Hombres en España, en el que se señala que, en dicho año, de 13.533.900 mujeres entre 16 y 64 años, sólo nos encontrábamos en activo 6.111.000. De todo ello, podemos observar que se ha producido una evolución positiva en lo que a la incorporación de la mujer al mercado laboral respecta.
A pesar de la evolución positiva y de los cambios sociales y económicos que ha conllevado la incorporación de la mujer al mercado laboral, aún queda camino por recorrer. Las jornadas laborales, tanto para hombre como para mujeres siguen siendo largas. Es cierto que se están efectuando cambios en ese sentido y que muchas empresas, optan por facilitar la flexibilidad horaria al permitir el teletrabajo en parte de la jornada laboral, bien sea en horas o en días determinados de la semana, lo que, sin duda alguna, facilita la conciliación familiar de los trabajadores ya sean hombres o mujeres. Pero no es menos cierto que depende del trabajo en el que se desempeñe, esta opción puede plantearse o no. Hay aún muchos puestos de trabajo en los que la presencia del trabajador es fundamental, por ejemplo, policías, personal sanitario, jueces…
Asimismo, se han ido adoptando medidas legislativas para que las mujeres podamos acceder en igualdad de oportunidades y económicas a puestos de trabajo, se han desarrollado dentro de las empresas políticas corporativas que nos abren a las mujeres la posibilidad de acceder a puestos de dirección y organizativos dentro de las empresas.
Todo ello, ha supuesto un gran avance facilitado por la sensibilidad actual ante la situación de la mujer en su incorporación al mundo laboral. Los cambios que deben realizarse, - y aún son muchos -, no podemos pretender que se realicen en un momento, - Roma no se conquistó en una hora –. Todo cambio conlleva una adaptación a la nueva situación, modificaciones de programación de trabajo que, igualmente que la irrupción de la mujer en el mercado laboral, supondrán, de nuevo, cambios sociales, económicos, políticos y legislativos. El camino está iniciado y, desde luego, es una apuesta presente que redundará en un enriquecimiento social y económico de nuestro país.
