Un mercado mayorista suele ser un lugar físico donde concurren cada día los vendedores de alimentos y bebidas, perecederos o no, con los compradores, que son los que luego venderán esos productos directamente al público. Pero alrededor de ese mercado actúan muchas empresas, productoras o distribuidoras, del mercado detallista o de la hostelería y restauración, pero también profesionales, consultores, empresas de servicios, controladores de calidad, de logística y muchos otros. O sea, hay una empresa, privada o pública, que es la que organiza el mercado, y otras muchas empresas y organizaciones que se unen con aquella para facilitar las operaciones. Lo dicho: una empresa que es un hub de empresas, coordinadas por aquella empresa. Y eso es lo que hacía interesante el tema.
Les conté lo que suelo contar siempre: por qué las empresas han de ser eficientes y responsables, pero aplicado a una empresa que es una red de empresas: una comunidad de personas que es una comunidad de otras comunidades de personas. Y me parecía que ese complejo reunía conocimientos y capacidades muy variados y específicos: cada uno sabe de algunas cosas muy bien, y se relaciona con los que saben mucho de otras cosas. Ahí se genera una visión amplia de la sociedad, desde el consumidor final hasta la gran empresa agroindustrial o el pequeño ganadero o pescado. Con modelos de gestión muy distintos, lo que ofrece también la posibilidad de ayudar a otros. Con poder de negociación ante los productores, distribuidores y consumidores, pero también ante las administraciones públicas y las asociaciones privadas. Con capacidad para prever el futuro, precisamente por la variedad de agentes y situaciones. Y porque se relacionan con empresas grandes y poderosas, pero también con muchos pequeños productores sin apenas poder de mercado.