La Responsabilidad Social (RS), aunque olvidada por los mandamases de toda clase y condición, sigue estando presente, ahora gracias a los ODS; tanto es así que nacen, crecen y se multiplican los gurús que hablan sobre el tema; aparecen publicaciones “especializadas” y cada semana se programan seminarios, encuentros o jornadas -donde casi siempre acuden/acudimos los mismos- para descubrir y descubrirnos las bondades de la RS y de sus buenas practicas. Y surge la moda de los “sabios” que quieren destacar como nuevos “influencers” de la RS: copiar frases, quien sabe de donde, y publicarlas en las redes sociales...
En los mencionados foros, siempre nos encontramos personas relacionadas con el tema o que trabajan en las áreas empresariales/institucionales de RS. En raras ocasiones, he visto asistir o participar a los CEO o máximos responsables de las empresas. Parece como si, mas allá de la gestión, profundizar y conocer la RS fuera cosa solo de especialistas, olvidando que la Responsabilidad Social hoy nos importa a todos porque es, inexcusablemente, nuestro compromiso común.
Muchas veces olvidamos que el mundo no se acaba en el lugar donde alcanzan nuestros ojos: Siempre hay un horizonte más allá y lo importante es perseguirlo honestamente, o intentarlo al menos. La “ceguera periférica” es una enfermedad fácilmente curable: en lugar de mirarnos el ombligo y olvidarnos de lo que pasa alrededor y de lo que hacen los demás, bastaría con alzar los ojos y aprender de otros que lo están haciendo bien o mejor que nosotros. Y ponernos a la tarea, claro, profundizando en la búsqueda de la utopía y alimentando la dimensión humana en la empresa porque sin hombres y sin mujeres no hay institución ni empresa. Dice el suizo/norteamericano Alexander Laszlo que “debemos ser menos autistas y egocéntricos” y tratar de encontrar un enfoque “ecocéntrico” que incluya aspectos sociales y medioambientales en un “dialogo dentro de las organizaciones que conecte a la gente con la razón por la que trabajan, que no es solo el dinero”.
El núcleo de la vida social es -debería ser- la relación leal entre personas unidas entorno a un proyecto compartido y común; también en el universo de las organizaciones donde la empresa es el moderno paradigma. Y en ese ámbito, lo queramos o no, para conquistar el futuro se impone una larga y difícil batalla por el hombre mismo, por el ser humano. Una lucha por implantar los valores en las organizaciones y por alcanzar una revolución pendiente: la urgente recuperación y restauración de un concepto tan maltratado como la Ética, y esa es la responsabilidad nuclear de los líderes y de la ciudadanía toda. Nuestro inexcusable horizonte.
Por eso, es oportuno recordar (perdón por la licencia) las siete propuestas de futuro que, recientemente, y a favor de la RS en la que creemos, un grupo de personas hemos querido compartir: 1.- Promover la incorporación de políticas y principios de RS en las aulas y, singularmente, en el proceso de toma de decisiones de empresas e instituciones. 2.- Combatir y castigar la corrupción y profundizar en la transparencia. 3.- Combatir la desigualdad. 4.- Promover una fiscalidad transparente libre de paraísos. 5.- Abordar los nuevos debates éticos que impone la globalización y el mundo digital. 6.- Proteger y hacer cumplir las convenciones internacionales de Derechos Humanos, y 7.- Impulsar los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible.
Y las siete propuestas deberían ir acompañadas de una promesa: dejar de hacernos “selfies” de nuestro ombligo, alzar los ojos y trabajar por ese mundo mas solidario que nos vigila desde el horizonte donde, como nos enseñó Galeano, reside la utopía.
Juan Jose Almagro
Miembro del Consejo Editorial de Diario Responsable