Ayer impartí una sesión en Lisboa, a los miembros del Consejo de Administración de una empresa portuguesa, por invitación del AESE, una escuela de aquel país con la que el IESE tiene muy buenas relaciones. Entre otras cosas, les conté algo que quiero compartir con vosotros: ¿qué esperamos de los miembros del Consejo? No sus funciones, sino sus actitudes y comportamientos
He aquí algunas ideas que salieron en esa reunión:
Lealtad, compromiso. Me parece que es la palabra clave en un encargo de esa importancia: no estdás ahí para ganar algo tú, sino para dar a la empresa.
Independencia: no estás para promover los inereses de un grupo de accionistas, por muy mayoritarios que sean. O los de otras empresas, o grupo político, etc.
Profesionalidad, también llamada competencia, dedicación, diligencia, servicio. No es un premio de una trayectoria, sino un encargo que debes sacar adelante.
Transparencia, integridad en la información. Se acabó el tiempo de hacer del Consejo un lugar opaco, porque estás para servir a todos los accionistas, y a los empleados, clientes, proveedores… y a la sociedad.
Disposición para dar cuenta, lo que los anglosajones llaman accountbility, y que es una consecuencia de la transparencia. O, con otras palabras, asume la total responsabilidad de tu trabajo.
Compromiso con la continuidad de la empresa, que es la primera obligación del Consejo, y que lleva consigo la visión a largo plazo. Y, a veces, a muy largo plazo.
Crear un clima de confianza, sin la que la empresa no puede prosperar, y sin la que la sociedad se pervierte.
Colegialidad: en el Consejo hay personas de diversas formaciones y capacidades, y hay que sacarles partido a todas.
Unidad, que quiere decir que los intereses de la empresa pasan por delante de todo lo demás.
Credibilidad: los anglosajones hablan de walk the talk.
Integridad: el Consejo debe ser un ejemplar moral, porque tiene que dar lo que se llama el tono ético desde arriba.
Cumplir la ley, las regulaciones y las normas internas.
Conocer bien el sector y la empresa y las personas, a saber, los directivos. Esto implica dedicarles tiempo y perderlo con ellos.
Buscar la información necesaria. Si no la tienes, ¿qué vas a hacer? ¿Decir “sí” a todo lo que proponga el Presidente o el Consejero Delegado?
Está presente en las reuniones, prepáralas, participa en ellas, deja tu impronta. La prueba del algodón de una buena reunión de Consejo es: ¿cuántos han hablado en ella?
Fórmate y sigue formándote siempre.
No vas a cumplir, sino a hacerlo bien. No tengas la motivación de que vas a cumplir.
Hay otras, pero ya saldrán otro día.
Artículo publicado el 11/04/17 en el blog del profesor Antonio Argandoña